- Vaya, aquí no hay quien distinga entre delante
[cdb]y detrás.
- ¿Probamos a ir por ahí?
- Buena idea. Parece diferente al resto de este vacío.
- ¡Cuidado!
- ¡Ah!
- ¡Ah!
- Ha fallado. ¿Tanto se ha deteriorado mi talento
[cdb]con el paso de los años?
- Arval.
- Arval.
- Te he estado buscando.
- Y mira lo que me has traído: a los tres
[cdb]que juegan a ser soberanos, gobernando
[cdb]a la miserable descendencia de la abominación.
- Qué suerte tan fortuita. Espero que estéis preparados
[cdb]para enfrentaros hoy a la muerte.
- Así que tú eres Arval, ¿eh?
Disculpa, pero no me parece que morir
[cdb]aquí sea una idea muy atractiva.
- Lo que sí nos gustaría es que pares con esta brujería
[cdb]extraña tuya y nos envíes de vuelta a casa.
- Oh, creo que eso no es posible. E incluso si aceptara
[cdb]cumplir vuestros deseos, el gran hechizo prohibido
[cdb]de Zahras es irreversible.
- Nadie puede escapar de esta oscuridad eterna.
- ¿Seguro? ¿Y matarte no ayudará
[cdb]a llevar a cabo la tarea?
- Algo me dice que no tendería esta trampa
[cdb]si no tuviera una manera de salir.
- Si puede liberarse de esta oscuridad,
[cdb]es lógico que nosotros también podamos.
- ¡Intentad acabar conmigo entonces! Por desgracia,
[cdb]lo que tenéis ante vosotros es solo una ilusión.
- Tengo una misión que cumplir, y una vez completada,
[cdb]abandonaré este lugar... sin compañía.
- ¡Arval, espera!
- ¡Arval, espera!
- ¿De qué misión hablas? ¿Por qué me has usado?
¡¿Qué estás intentando hacer aquí?!
- ¿De qué misión hablas? ¿Por qué me has usado?
¡¿Qué estás intentando hacer aquí?!
- Ah, no te confundas. No soy Arval.
- Mi nombre es Epimenides, un hombre normal
[cdb]y corriente que juró matar a la bestia que prendió
[cdb]fuego a la tierra.
- ¿Acaso no comprendes mi propósito?
¡Debo salvar a este mundo y a su verdadero pueblo!
- Por eso decidí trasladar mi conciencia
[cdb]a través de las eras.
- Y tú... Tú eres el recipiente de esa conciencia.
- ¿Qué significa eso?
- ¿Qué significa eso?