No solo mi mujer, Claudia, que convocó la reunión, sino todas las mujeres de la Casa Daphnel parecen poseer la fuerza y la valentía necesarias para ser consideradas heroínas. Tú no eres ninguna excepción.
¿Quién se iba a imaginar que los Caballeros de Oriente se disolverían cuando falta tanto para que la paz reine en Leicester? Obviamente, muchos nobles entienden tu planteamiento y apoyaron tu decisión. Aun así, no podemos ignorar las graves preocupaciones que a tantos inquietan.
Afirmaste que dejarías la espada, pero sería prematuro deshacerte también del escudo. Te escribimos con una propuesta: deja que sean los caballeros de nuestra casa quienes protejan a la Iglesia de Oriente en lugar de los Caballeros de Oriente, ya disueltos.
Si aceptas este acuerdo, creo que evitarías una incómoda investigación por parte de la Arzobispa, que no está del todo de acuerdo con tu forma de pensar. Por otra parte, mi esposa, que te considera una hermana, está muy preocupada por ti. Espero que consideres mi propuesta también por este motivo. Que la Diosa te bendiga, Hans von Nilsson