- Quiero disculparme otra vez. Lo siento mucho.
- No puedo creer que intentara matarte.
- No pasa nada. Sé que no eras tú en realidad.
- Ya, pero quien lo hizo era parte de mí. Literalmente.
- Ya me preguntaste una vez acerca de eso...
El ser misterioso que llevo dentro.
- Es verdad.
- Perdón por no haberte dado una respuesta clara
[cdb]en aquella ocasión.
- Arval me dijo que no revelara a nadie
[cdb]su existencia.
- Por cierto, así es como se llama el ser
[cdb]que tenía dentro de la cabeza.
- Y fue ese ser quien consiguió controlar mi cuerpo
[cdb]e intentó matarte.
- O quizá fuera alguien totalmente diferente...
El que se hace llamar Epimenides.
- Conque Arval y Epimenides, ¿eh?
Me pregunto qué tipo de seres son.
- No tengo ni idea.
Y ya es tarde para preguntar.
- Ahora que Arval no está, lamento
[cdb]que no hayamos hablado más.
- Por desgracia, así es como funcionan estas cosas.
- Cuando estás listo para hablar, la persona
[cdb]a quien querías decirle algo ya se ha ido.
- Pero aún me falta mucho por saber.
- ¿Recuerdas cuando me quedé atrapada en aquel
[cdb]lugar desconocido con Edelgard y el resto
[cdb]después de nuestra batalla?
- ¿Recuerdas cuando me quedé atrapada en aquel
[cdb]lugar desconocido con Dimitri y el resto
[cdb]después de nuestra batalla?
- ¿Recuerdas cuando me quedé atrapada en aquel
[cdb]lugar desconocido con Claude y el resto
[cdb]después de nuestra batalla?
- Entonces Arval dijo que era Epimenides
[cdb]y después intentó matarnos.
- ¿Arval y Epimenides son la misma criatura?
- Quiero pensar que son diferentes, pero quizá
[cdb]me equivoque. Puede que Epimenides solo sea
[cdb]la verdadera identidad de Arval.
- No sé si simplemente me estaban utilizando
[cdb]o si tenían otro objetivo en mente...
- Solo me rodean un montón de enigmas
[cdb]que probablemente nunca logre resolver.
- Pues yo me fijé en un detalle.
- ¿De qué se trata?
- Fue mientras luchábamos y a ti
[cdb]te estaban manipulando. Parecía que Arval
[cdb]intentaba que no te hicieran daño.
- Podría haber luchado con más temeridad.
No sé por qué se tomaba tantas molestias,
[cdb]pero se aseguraba de que no salieras herida.
- Qué sorpresa.
- Me cuesta creerlo.
- ¿En serio? ¿Me estaba protegiendo?
- Es la impresión que me dio.
Creo que sí, que es lo que intentaba.
- Venga ya. Eso no es preocuparse por mí.
Es proteger el cuerpo que tanto le costó conseguir.
- Puede que sí y puede que no.
- Supongo que solo Arval sabe la verdad.
- O como dice la gente de Seiros:
«Solo la Diosa lo sabe». ¿No es así?
- Bueno, gracias por contármelo igualmente. En serio.
Ahora me siento mejor.
- No me queda más remedio que seguir avanzando.
Vivir el destino que compartíamos.
- Qué curioso. Venía a disculparme y, al final,
[cdb]has acabado animándome. Luego nos vemos, ¿vale?
- Solo la Diosa lo sabe, ¿eh?
- Bueno, puede que la «Diosa» haya sido
[cdb]quien te lo ha contado.