- ¡Impresionante! No me extraña que Edelgard
[cdb]confíe tanto en ti.
- Hola, Caspar. Tú tampoco has estado mal.
- Elogiarle.
- Alardear un poco.
- No me sorprende.
Debes de ser el orgullo de la Casa Bergliez.
- Más quisiera. Sigo cabreado por lo que pasó
[cdb]en la última batalla.
- Pero tengo la certeza de que ambos sabemos
[cdb]quién hace posible la victoria.
- No te falta razón.
- Ahora mismo no podría superarte, y de mi padre
[cdb]ya ni hablamos. ¡Qué exasperante!
- ¿Eso crees? No sé mucho acerca de tu padre,
[cdb]pero diría que, cuando menos, estás a mi nivel.
Tal vez hasta me superes.
- Qué mal ganar tienes. Ya verás.
¡No he hecho más que empezar!
- Conseguiré sobrepasarte de una vez por todas,
¡y lo haré por mí!
- Piénsalo bien. Yo pertenezco a una compañía
[cdb]de mercenarios y tú a la nobleza.
- Tendré más oportunidades que tú para destacar
[cdb]en el campo de batalla... y para morir.
- Tú, sin embargo, eres el hijo del ministro de Guerra.
No sería muy propio que murieses en combate.
- Te equivocas. Como su segundo hijo,
[cdb]soy totalmente prescindible para él.
- Siempre me han dado un trato distinto
[cdb]al de mi hermano. No tengo ninguna oportunidad
[cdb]de ser el heredero.
- ¡La única forma que tengo de prosperar es
[cdb]demostrando mi valía en el campo de batalla!
- Bueno, supongo que siempre puedo dedicarme
[cdb]a la política, a la educación o algo así.
- Lo importante es que, haga lo que haga,
[cdb]estaré al principio de un largo camino.
- Y el camino que he elegido es hacerme un nombre
[cdb]en el campo de batalla. No me importa el riesgo.
- Impresionarte con su motivación.
- Compadecer su situación.
- Pareces todo un mercenario. No creía que un noble
[cdb]pudiese tener tal motivación.
- Eres mucho más inspirador de lo que crees, Caspar.
- Tampoco es para tanto, puedo valerme del apellido
Bergliez para ayudarme. Mi situación es mejor que
[cdb]la de cualquier mercenario.
- Vaya, tu situación es más dura
[cdb]de lo que me imaginaba.
- Y has elegido el camino que tiene más probabilidades
[cdb]de llevarte a la tumba.
- Sí, bueno, debo hacer honor a la reputación
[cdb]militar de la Casa Bergliez. Tal vez piense así
[cdb]por la influencia de mi padre.
- Supongo que empiezo a entender por qué actúas
[cdb]de forma tan competitiva conmigo.
- Pero, para tu información, no le temo
[cdb]a ningún desafío.
- He estado perfeccionando mis habilidades
[cdb]desde que tengo uso de razón.
- Entrena hasta desgastarte los músculos si quieres,
[cdb]pero no perderé contra un crío noble.
- ¿Ah, sí? ¡Vale!
Sé que no te alcanzaré de un día para otro...
- ¡Pero algún día lo conseguiré! ¡Ya lo verás!