- (...)
- (...)
- Oye...
- Eh...
- ¡Oh, tú primero!
No iba a decir nada importante.
- No, habla tú primero, Bernadetta.
- (...)
- (...)
- Bueno, supongo que empezaré yo.
Esta mañana vi una preciosa mariposa blanca
[cdb]en el comedor.
- Pero, aunque tenía las alas y el cuerpo blancos,
[cdb]sus ojos eran de color carmesí. Era preciosa.
- Vi una mariposa con el mismo aspecto en los establos.
- ¿Tú también viste una?
- Sí, le brillaban los ojos como joyas.
Fue un espectáculo maravilloso.
- Me pregunto si será la misma mariposa que vi.
Qué raro sería.
- Sí, sería toda una coincidencia.
- (...)
- (...)
- Eh, bueno, supongo que me toca a mí.
Esta mañana me desperté antes de lo normal y...
- Bueno, como tenía tiempo,
[cdb]subí hasta la cima de una pequeña colina
[cdb]y observé el paisaje.
- Madrugaste mucho, ¿no? Genial.
¿Cómo era el panorama?
- Ver las llanuras teñidas por el rojo del amanecer
[cdb]fue algo impresionante.
- Es como si estuviese dentro de un cuadro, o...
Perdona, no soy capaz de explicarlo bien.
- Vaya, me gustaría haberlo visto.
Tal vez algún día podría levantarme
[cdb]antes del mediodía...
- ¡Oh, vaya! Qué parlanchina soy.
Siento haber hablado durante tanto tiempo.
- ¡No, no pasa nada! En serio. La verdad es que...
- ¿Sí, Bernadetta?
- Bueno, supongo que...
hace mucho tiempo que no hablo tanto con alguien.
- Se me da fatal hablar con otras personas,
[cdb]esta conversación también ha sido inusual para mí.
- Oye, podría estar bien volver a tener
[cdb]una conversación así. ¿Qué te parece?
- Eso sería maravilloso.
- Oh, gracias, Marianne.
Tendré que pensar en un montón de cosas
[cdb]de las que hablar para la próxima vez.
- Podemos hablar de plantas carnívoras,
[cdb]libros interesantes, la muñeca que estoy tejiendo,
[cdb]plantas carnívoras...
- Je, je. Hoy también hablaste de esas plantas.
- Sí, pero... las hay de muchos tipos.
Bueno, creo que esto va a ser genial.