Gracias a que el profesor Jeritza jugó su papel
[cdb]con destreza.
Y también gracias a que esos necios arrogantes
[cdb]bajaron la guardia.
Dudo que la próxima vez tengamos tanta suerte.
¿La próxima vez? No me digáis que...
Ha llegado el momento, nos encargaremos del asunto
[cdb]de la capital imperial. Esta es nuestra oportunidad
[cdb]de librarnos de ellos de una vez por todas.
Pero, lady Edelgard, no estamos preparados.
Necesitaremos a toda una hueste
[cdb]para mantenerlos bajo control.
Y la tenemos: la Iglesia.
Disculpad mi insolencia, pero ese no es el plan.
Tú eres el mismo que una vez me dijo
[cdb]que no dejase ninguna espada en su vaina.
Sí, pero también hay que tener cuidado
[cdb]para no herirse al desenvainarla.
Lo siento, mi señora, pero este plan es descabellado.
No puedo apoyarlo.
Y, aunque ignorase todo sentido común
[cdb]para poder seguirlo, sigue desbaratando
[cdb]nuestros planes de futuro.
Creía que habías ideado medidas para neutralizar
[cdb]a la Iglesia. Ponlas en práctica.
Pero esas debían ser para... De acuerdo.
¿Estáis completamente segura
[cdb]de que este es el camino a seguir?
(...)
En absoluto.
Pero el ataque de los bandidos en las montañas
[cdb]creó una oportunidad que no podemos ignorar.
Y dudo que la aparición de [MFH:este nuevo mercenario_esta nueva mercenaria]
[cdb]sea una simple coincidencia.
(...)
Los planes pueden corregirse, Hubert.
Tenemos que decidirnos.
¿Quieres sentarte a esperar un milagro?
¿O quieres ayudarme a tomar el control
[cdb]de mi destino?
Estoy de vuestro lado, lady Edelgard, como siempre.
Entonces emprendamos este camino
[cdb]y veamos adónde nos lleva.