Bueno, al final hemos pasado gran parte del invierno
[cdb]en el campo de batalla.
He pensado que, si conseguimos que la guerra
[cdb]termine antes del próximo invierno,
[cdb]quizá podríamos volver todos al norte y...
¿Y? Habla con franqueza.
Quiero una batalla de bolas de nieve.
Dimitri me contó que a eso juegan en invierno
[cdb]todos los niños de Faerghus.
Me gustaría probarlo por lo menos una vez
[cdb]ahora que vivo en el Reino.
Sí, ¡excelente idea! Es un deporte complejo,
[cdb]si se me permite opinar.
Dividirse en bandos y preparar estrategias
[cdb]te obliga a pensar tanto o más que el propio
[cdb]lanzamiento de nieve.
Espera, ¿estrategia? Parece demasiado
[cdb]para ser un juego infantil.
Lo es. En nuestra época de juventud,
Lambert, Matthias y yo disfrutábamos de ese reto.
Una vez, viajamos a las montañas del norte
[cdb]para combatir, acompañados de nuestros escuderos.
Oye, suena divertido. ¿Y cómo fue aquello?
Yo caí el primero. Me escondí entre las sombras
[cdb]y esperé observando los movimientos del enemigo
[cdb]hasta que llegara el momento de atacar.
Pero la ocasión nunca llegó.
Mientras sus subordinados peleaban a cielo abierto,
[cdb]su majestad atacó mi posición por sorpresa.
Mis hombres y yo no pudimos lanzar
[cdb]ni una sola bola contra ellos.
La derrota fue inevitable.
Ahora ya sé por qué a Dimitri le gusta combatir solo.
De tal palo, tal astilla, ¿verdad?
Exacto. Aunque es difícil que uno se sienta mal
[cdb]cuando te han derrotado de una forma
[cdb]tan fugaz y diestra.
Tras mi caída, solo quedaron Lambert y el marqués,
[cdb]un hombre conocido por su carácter agrio
[cdb]incluso cuando era niño.
Su estrategia consistía en no atacar directamente.
Quería preparar una emboscada a su majestad
[cdb]en uno de los bosques más densos.
¿En serio? ¿Tanto por una pelea con bolas de nieve?
No me extraña que Sylvain sea tan astuto.
¿Y qué pasó después?
Entonces, ¿qué pasó después?
Todos sabíamos que Matthias no juega limpio,
[cdb]así que su majestad fue cauto para evitar la emboscada
[cdb]que iban a tenderle.
Al final, justo cuando los dos generales
[cdb]se retaban con la mirada...
Gunnar, el actual conde de Galatea y noble
[cdb]de mucha más edad que nosotros, surgió
[cdb]del bosque para poner fin a todo aquello.
Nuestra última contienda del día acabó con él
[cdb]agarrándonos del pescuezo. Aún recuerdo la retahíla
[cdb]de advertencias que nos soltó sobre las montañas.
Muy típico del padre de Ingrid, sí.
Supongo que al final nadie ganó, ¿verdad?
Seguro que fue una gran decepción para vosotros
[cdb]que nadie se llevara la victoria tras tanto esfuerzo.
Sí. Todo eso pasó hace décadas, pero lo recuerdo
[cdb]como si hubiéramos estado brincando por la nieve
[cdb]ayer mismo.
Si al final reúnes a un ejército para una batalla
[cdb]como esa en la nieve... sería un honor para mí
[cdb]estar presente, siempre que te parezca bien.
Decirle que está invitado.
Pedirle que se apunte.
Serás la primera persona a la que avise,
[cdb]aunque habrá que esperar a que acabe la guerra.
No hay nada como un pequeño reto entre amigos
[cdb]para levantar el ánimo después de años de matanzas.
¿Por qué no vienes con nosotros? Para luchar, digo.
Seguro que a Dimitri y al marqués no les importa.
No te enfrentarías a los mismos rivales, pero quizá
[cdb]podrías desquitarte. Por los viejos tiempos.
Mmm, tienes razón. Muy bien.
Me encantará participar cuando llegue el momento.
¿Sabes? Últimamente, temía la llegada del invierno...
pero ahora creo que vuelvo a tener ganas de vivirlo.