- Jamás imaginé que volveríamos a combatir
[cdb]codo con codo.
- Je.
- Ha sido toda una sorpresa, la verdad.
Pero estoy bastante contenta con cómo salieron
[cdb]las cosas.
- Lo sé.
- ¡Ja, ja! Sigues siendo fría como el hielo, ¿lo sabías?
- ¿Es que te mataría decir que te alegras de verme
[cdb]o algo así?
- Siento decepcionarte.
- Nah, la verdad es que lo echaba de menos.
Además, es tu forma de ser.
- ¿Y qué has estado haciendo desde que dejaste
[cdb]los Caballeros?
- Pasé un tiempo en Leicester como mercenaria.
Allí no me conoce mucha gente.
- Pero eso ya lo sabías.
Tú me mandaste llamar, ¿verdad?
- ¿Te refieres en la batalla de Arianrhod?
- En realidad, los Caballeros usaron mi nombre
[cdb]para reclutar a todos los mercenarios que pudieran.
No tenía ni idea de que serías una de ellas.
- Mmm, así que fue solo una coincidencia.
- ¿Qué hay de ti? ¿Aún sirves como espada de Rhea?
- Lady Rhea, pero lo dejaré pasar ya que ya
[cdb]no perteneces a los Caballeros de Seiros.
- Pero para responder a tu pregunta: sí. Sea cual sea
[cdb]el enemigo, mi espada siempre estará a su servicio.
- Mmm...
- Lo cierto es que me sorprendió saber
[cdb]que te habías escabullido tras pagar
[cdb]tu deuda con lady Rhea.
- Ni siquiera te despediste. Me enfadé bastante.
- Pues entonces supongo que fue la decisión correcta.
- Iba gritando como loca que te llevaría de vuelta
a la fuerza a Garreg Mach y te mataría yo misma.
- Pero entonces lady Rhea me encomendó una tarea.
- Me dijo que no era justo que impusiera los valores
[cdb]de la Iglesia a alguien que no era de Fódlan.
- Parece que vuelvo a estar en deuda con ella.
- ¿Por qué? No iba a matarte de verdad.
- Te tomo la palabra. Pues he luchado
[cdb]junto a mucha gente desde que me fui.
- Pero sigues siendo la única en la que confío
[cdb]para guardarme las espaldas.
- Mmm... Así que ¿lo que de verdad quieres decir
[cdb]es que me echabas de menos y desearías
[cdb]que nunca me hubiera ido?
- Tú has dicho prácticamente lo mismo, ¿no?
- Pero sí. Te echaba de menos.
No pensé que volvería a verte.
- Por una vez, me alegra haberme equivocado.
- Je...
- ¿Qué te parece? ¡Sí que has cambiado!
Y yo pienso lo mismo, de verdad.
- No podría pedir mejor compañera que tú.
- Pero si vuelves a desaparecer así,
¡te juro que te daré caza!
- Je, pues entonces la próxima vez que vaya
[cdb]a algún sitio, tendré que arrastrarte conmigo.