- Hubert, ¿has averiguado algo
[cdb]acerca del paradero de mi padre?
- Nada en absoluto. No tenemos la más mínima idea
[cdb]de qué pretende hacer.
- Con suerte, ahora no será más que un cadáver
[cdb]en una cuneta.
- Sé que parece cruel, pero, francamente,
[cdb]su muerte nos vendría de maravilla.
- Tan directo como una flecha... Nunca cambiarás.
Mas no puedo negar la verdad de tus palabras.
- Sigo creyendo que lo mejor sería capturarlo
[cdb]y darle un juicio justo según la ley imperial.
- Mas, a veces, una idea distinta acecha
[cdb]en los confines de mi mente.
- Hay una parte de mí, una pequeña parte, que espera
[cdb]que haya encontrado la forma de tener
[cdb]una vida tranquila alejado de todo esto.
- Por mucho que desee una vida bucólica,
[cdb]nunca la conseguirá.
- Adrestia parece estar en paz, pero, bajo la superficie,
[cdb]muchos no están de acuerdo con la Emperatriz.
- Te aseguro que estos disidentes buscarán a tu padre
[cdb]y lo apoyarán como su líder.
- Sí, supongo que nunca dejará de ser
[cdb]el último primer ministro y un símbolo
[cdb]del antiguo régimen.
- Mas plantearlo de esa manera...
- Tengo razón y lo sabes. Hazte a la idea.
- Si un hombre se desvía del buen camino,
[cdb]no hay forma de traerlo de vuelta.
- No estoy de acuerdo.
Creo que todos merecen una segunda oportunidad.
- De todos modos, si descubres algo
[cdb]acerca de mi padre, asegúrate de informarme de ello.
- Casi desearía que apoyasen a ese hombre,
[cdb]entonces tal vez... Ah, no.
- En fin, parece que tendré que empezar a tomar
[cdb]serias precauciones.
- Solo espero que pueda resolver las cosas con su padre
[cdb]de un modo u otro, como hice yo.