- ¡Mercedes! ¿Podemos hablar?
- Hola, Caspar. ¿Qué necesitas?
- Quería preguntarte algo acerca del profesor Jeritza.
- Es tu hermano pequeño, ¿verdad?
- Sí. ¿Hay algún problema?
- ¡Para nada! Bueno, es solo que le he retado
[cdb]varias veces y no deja de hacerme morder el polvo.
- Así que, como eres su hermana,
[cdb]pensé que tal vez conocerías algún método
[cdb]de entrenamiento especial para derrotarle.
- Mmm. Una forma de derrotar a Jeritza...
¡Oh, ya lo tengo!
- ¡Muy bien! Cuéntame.
- Ven, sígueme.
- No creo que esto esté funcionando.
- Permíteme... Es así, ¿ves?
Si lo haces así, resulta muy simple.
- Sí, la verdad es que... Espera, ¡no!
- ¿Cómo se supone que la repostería
[cdb]me va a ayudar a derrotar al profesor Jeritza?
- Porque estamos haciendo dulces.
- Oh, ya veo... ¡¿Pero cómo me va a ayudar eso?!
- A no ser... Un momento. ¿Son dulces mágicos
[cdb]que me darán una fuerza inimaginable?
- No quiero ganar así. Eso es hacer trampas.
- Je, je. Qué divertido eres, Caspar.
No hay dulces mágicos que hagan algo así.
- Mira. Ya casi están listos, fíjate bien en lo que hago...
- ¡Vaya! Tienen una pinta estupenda.
- Odio tener que repetirme,
[cdb]pero ¿cómo me ayudará esto
[cdb]a derrotar al profesor Jeritza?
- ¿Hay algún horrible secreto oculto en este método?
¿Es el azúcar moreno? ¿Tiene magia animista?
- Oh, Caspar. No hay ningún secreto.
- A Jeritza siempre le han encantado los dulces,
[cdb]pero se le da fatal hacerlos.
- Así que si puedes hacer unos dulces
[cdb]mejores que los suyos...
- Seguro que se enojará y reconocerá su derrota.
- ¡Quiero derrotarle luchando, no haciendo dulces!