- Vaya, si no es otro que Jeritza.
¿Qué haces aquí fuera tan solo?
- Aunque, pensándolo bien, cuando íbamos
[cdb]a la Academia de Oficiales estabas también
[cdb]siempre en la plaza de armas.
- Aquí se está en silencio.
- ¿No me digas? Yo, personalmente, prefiero los lugares
[cdb]donde pueda ponerme cómoda con un buen brebaje.
- Hablando de lo cual, deberíamos tomar algo juntos
[cdb]alguna vez. Seguro que Hanneman sacaría
[cdb]algo de tiempo para venirse con nosotros.
- Yo no bebo.
- Qué faena. Pensaba que sería una buena oportunidad
[cdb]para conocernos mejor.
- Por cierto, me preguntaba...
¿Por qué siempre te escondías bajo esa máscara?
- Menudo desperdicio para una cara tan bonita,
[cdb]en mi opinión. Me gusta mucho más así.
- No merece la pena hablar de eso.
- ¡Oh!
- Según he oído, seguro que eres bastante
[cdb]más joven que yo...
- Y aun así eres tan maduro...
Es como si tuvieras un aire de misterio indescriptible.
- ¡Apuesto a que hay una pasión ardiente acechando
[cdb]bajo ese exterior helado, buscando cómo liberarse!
- Estoy en lo cierto, ¿verdad?
Está ahí, en alguna parte, ¡lo sé!
- (...)
- Ya sé, vayamos a por unas copas esta noche y...
no hagamos nada con ellas porque tú no bebes, claro.
Oh, ¿por qué no vamos mejor a bailar?
- No podría revelar mi rostro.
- Y luego, al amanecer, podemos...
¿Qué decías de tu cara? ¿Por qué la ocultas?
- Hay quien sabe... que soy un criminal buscado.
- Me cuesta creerlo. Como dice la gente,
[cdb]siempre hay dos versiones de toda historia, ¿no?
- Pero ¿por qué has querido decírmelo?
- Hace un momento me dabas largas
[cdb]con todo ese numerito de «no es de tu incumbencia».
- De no haberlo hecho, seguirías hablando.
- Je, je.
- ¿He dicho algo extraño?
- Perdona, no pretendía molestarte,
[cdb]pero estás adorable cuando te pones nervioso.
- Eh... Mmm.
- Te has convertido en todo un seductor.
Espera y verás. ¡No me rindo tan fácilmente!
- ¿Eh?