- ¡Hola! ¿Tienes un rato para hablar?
- Sí, pero ¿tú no estás muy ocupado?
- Y creo que debería tratarte de otra forma, ¿no?
Ahora eres el rey, majestad.
- Llámame como quieras. Sigo siendo
[cdb]el Claude de siempre.
- Me sorprendió cuando me enteré
[cdb]de que ibas a ser el rey de Leicester.
- Nunca me imaginé que convertirías la Alianza
[cdb]en una región tan respetada como las otras dos.
- Oye, fue idea tuya.
¡No me digas que se te ha olvidado!
- Sí, algo me suena...
- No sé de qué me hablas.
- Ah, claro, eso. De eso sí que me acuerdo.
Por supuesto.
- Mmm, ¿seguro? Tu memoria no me inspira
[cdb]demasiada confianza ahora mismo.
- Lo siento. No consigo acordarme.
- ¿En serio? Bueno, así eres tú siempre.
Pero piensa un poco y haz memoria.
- Me dijiste que la Alianza debería renunciar a su Mesa
Redonda para que nuestras decisiones se impongan.
- Sí... Eso dije. Pero no esperaba que la alianza entera
[cdb]se convirtiera en una federación. Sea lo que sea eso.
- Alianza. Federación. Mismo perro
[cdb]con distinto collar. Instauré algo nuevo
[cdb]para deshacerme del sistema antiguo.
- Ajá. Dicho así, supongo que tiene sentido.
- Eres una persona especial.
Resulta que me apetece sincerarme contigo.
- Seguramente sea porque no tienes compromisos
[cdb]con nadie. Así es más fácil hablar contigo.
- Sí, solo soy un mercenario que viene y va.
Nunca he tenido muchos lazos que digamos.
- Cierto.
Te adoptaron muy joven, ¿verdad?
- Sí. Yo no me acuerdo de nada,
[cdb]pero eso me contó mi madre.
- ¿Y cómo era tu madre, la mujer que te crio?
- Mmm, ¿cómo decirlo? Parecía que podía
[cdb]con todo. Me enseñó muchísimas cosas.
- Vivíamos en un pueblecito de las montañas.
Éramos humildes y yo no me relacionaba mucho
[cdb]con el resto de la gente.
- Un día, de repente, mi madre enfermó
[cdb]y falleció. A mí me echaron del pueblo.
- Tuve que poner en práctica todo
[cdb]lo que me había enseñado para sobrevivir.
- Entonces, te tocó salir adelante sin ayuda
[cdb]cuando te echaron, ¿no?
- Siempre, sí.
- Me convertí en mercenario, pero no duraba mucho
[cdb]en los grupos a los que me unía, así que acabé
[cdb]dando tumbos de un lado a otro.
- Y así terminé como estoy hoy.
Sin atadura ninguna.
- Ya veo. Mira, creo que ahora te entiendo
[cdb]un poco mejor.
- Aunque supongo que no puedo garantizar
[cdb]que no tenga ningún vínculo familiar.
- ¿Lo dices por tu poder?
- Sí, sigo sin tener ni idea de qué puede ser
[cdb]ni de quiénes son mis verdaderos padres.
- Recuerda que da igual lo que descubras.
Seguirás siendo la misma persona.
A mí tampoco me ha cambiado ser un rey.