- Miauuu...
- ¿Eh? Anda, un gato. Parece que se ha asustado.
- ¿Qué pasa, pequeñajo? ¿Te persigue alguien?
Mmm, tampoco me lo vas a poder contar.
- (...)
- ¿Jeritza? ¿Qué pasa?
- Espera un segundo. ¿Por qué tengo la sensación
[cdb]de que ya he vivido esto antes?
- Ahí estás.
- Mmm... ¿sí? ¿Qué sucede?
- No te hablo a ti, sino a ella.
La criatura que ha asaltado la despensa.
- Espera, ¿hablas... del gato?
- Es muy ágil. No es la primera vez que se me escapa.
- No es la primera vez... Ahhh.
Entonces era ella a quien buscabas.
- Sí, estaba herida.
- Intenté curarla, pero huyó.
Al final, otro soldado consiguió traerla de vuelta.
- (...)
- (...)
- Vale, eso era lo que pasaba.
Se había escapado una gata, no una persona.
- Ahora que lo pienso, nunca llegaste a decir
[cdb]que fuera una persona. Perdón por haber sacado
[cdb]conclusiones tan rápido.
- La culpa fue mía también. No me expresé bien.
- Sinceramente, estoy sorprendida.
Nunca pensé que te gustaran los gatos.
- Creía que eras igual de antisocial
[cdb]con todo el mundo, humanos o animales.
- Solo odio a la gente.
- Una vez tuve un gato. Fue en la Casa Bartels,
[cdb]con mi hermana.
- ¿En serio? ¿Así que no siempre los asustabas?
- No.
- Al final, el gato desapareció cuando mi madre
[cdb]y mi hermana se fueron.
- Quizá se asustó... al verme cubierto de sangre.
- Podría ser.
- No, no creo.
- No soy ninguna experta en gatos, pero dicen
[cdb]que los animales detectan el peligro.
- Quizá se dio cuenta de que suponías una amenaza
[cdb]de algún tipo.
- Ah.
- No soy ninguna experta en gatos, ¿pero de verdad
[cdb]crees que se olvidan de quien les ha cuidado?
- No lo sé.
- Eh, los gatos son muy volubles. Bueno, ¿y qué piensas
[cdb]hacer cuando atrapes a esa ladrona de pan?
- Traerla de vuelta y asegurarme
[cdb]de que no vuelva a robar.
- ¡¿Miauuu?!
- ¿Qué se supone que significa eso? ¡Mira!
¡Otra vez está muerta de miedo!
- Solo quería darle un poco de comida.
No sé por qué se ha asustado.
- Sí, creo que va a tardar un poco en darse cuenta
[cdb]de que solo quieres ayudarla.