Oye, Caspar. ¿Qué haces con esa montaña de libros?
Espera, no me digas que quieres usarlos para entrenar.
¿Qué clase de persona crees que soy?
Son libros. Voy a leerlos.
¿Vas a leer libros? ¿Tú? ¿Has comido algo raro?
Venga ya, no me subestimes.
He finiquitado muchos libros, ¡a veces hasta leo
[cdb]dos o tres chapítulos enteros en un día!
Venga ya, hablas igual que Linhardt.
He finiquitado muchos libros, ¡a veces hasta leo
[cdb]dos o tres chapítulos enteros en un día!
No uses la palabra «finiquitar» para hablar de libros.
Me vas a dar un ataque.
Y los libros se dividen en capítulos,
[cdb]no en «chapítulos».
Caspar, prométeme que no dañarás esos libros.
No tienes nada de qué preocuparte, Dorothea.
El otro día me di cuenta de algo.
Una persona que está al cargo de varias tropas
[cdb]no puede confiar solo en la fuerza.
Sé que no lo parece por su aspecto,
[cdb]pero a mi padre se le dan bien estas cosas.
No me sorprende que el ministro de Guerra
[cdb]del Imperio haya leído algún libro...
Hablando del tema, a lo mejor ya has oído
[cdb]esta historia, pero te la contaré de todos modos...
Durante la guerra de los Leones y las Águilas,
[cdb]había un general imperial llamado Francis
[cdb]que se enorgullecía de su fuerza.
Pero, aunque era fuerte, era un ignorante.
Así que todo el mundo lo menospreciaba.
Tengo la impresión de que esta historia
[cdb]me va a hacer sentir como un idiota.
No, atiende. El emperador de la época le ordenó
[cdb]a Francis que estudiase y le dijo que, si no lo hacía,
[cdb]no podría liderar a nadie en combate.
Francis obedeció a su emperador y estudió
[cdb]como si su vida dependiese de ello, adquiriendo
[cdb]un talento especial para las tácticas y la estrategia.
Como resultado, sus grandes acciones
[cdb]en el campo de batalla le ayudaron a hacerse
[cdb]con el puesto de ministro de Guerra.
Así que debería tomar ejemplo de Francis, ¿verdad?
Bueno, en cierto sentido, sí. Además, las alabanzas
[cdb]del emperador fueron tan memorables
[cdb]como para sobrevivir hasta la actualidad.
«Tras cinco amaneceres y cinco atardeceres,
[cdb]hasta el más simple de los soldados puede convertirse
[cdb]en un comandante sin igual».
Significa que, si estudia mucho durante cinco días,
[cdb]hasta un soldado raso puede convertirse
[cdb]en un gran general y comandar a todo un ejército.
¿Cinco días? ¡Eso es muy poco tiempo!
Tardaría cinco días en leer un solo libro.
Dame al menos hasta el final de la guerra...
Pero, si llegamos a ese punto,
[cdb]ya habrías perdido todas las oportunidades
[cdb]de destacar en el campo de batalla, ¿verdad?
Uf, tienes razón. ¡¿Qué puedo hacer, Dorothea?!
Bueno, supongo que no me queda otro remedio
[cdb]que ayudarte. ¿Quién sabe?
A lo mejor hasta aprendo algo.