- ¡Oh! ¿Ese es...?
- Si no te conociera mejor, diría que ahora te llevas
[cdb]bien con los soldados.
- Quizá es porque por fin puedo verte la cara.
- Nunca me ha importado cómo me ven los demás.
- Pero si tú lo dices... quizá sea verdad.
- Siempre has sido muy perspicaz.
Incluso en Garreg Mach.
- Vaya, me halagas. Me honra que te fijaras en mí.
- Mmm. Sí, eso es. Solo nos hace falta un toque final.
- ¿Toque final?
- Sí. Te falta algo. ¿Sabes lo que es, Jeritza?
- (...)
- (...)
- Vaya, se acabó el tiempo. La respuesta es...
- ¡Una sonrisa! ¡Sí! ¡Nada hace sentir tan a salvo
[cdb]a la gente como una agradable sonrisa perlada!
- No me malinterpretes,
[cdb]tu semblante frío tiene cierto encanto.
- Pero si sonríes, como yo, la gente se verá atraída
[cdb]hacia ti de forma natural.
- También hará más fácil hablar con tus compañeros
[cdb]y subordinados. ¿No te gustaría?
- No.
- Ah, no seas tímido. ¿Qué daño puede hacer?
Y no solo funciona con la gente, los animales
[cdb]también se sentirán más cómodos en tu presencia.
- Animales... ¿Como los gatos?
- ¡Por supuesto! Gatos, perros... ¡hasta peces!
Irán hacia ti en tropel.
- Peces, eh...
- Suena bien, ¿verdad? Ahora, lo más importante
[cdb]para sonreír es mover la boca.
- Y a tu aspecto no le vendrá bien que estés siempre
[cdb]farfullando, así que tenlo en mente, ¿de acuerdo?
- Muy bien, vamos a intentarlo. A la de tres,
[cdb]hazlo lo mejor que puedas. ¡Uno, dos, tres!
- (...)
- (...)
- Je.
- Parece que ser profesora es tu vocación.
- ¿Profesora? Eso no es lo que intentaba.
- Supongo que por eso sigo soltera.
- No creo que tengas que cambiar.