- Y por eso Rhea ha decidido prender a Tomas.
- Cuando vuelva, claro.
Parece que lleva un tiempo fuera del monasterio.
- ¿Lo van a prender?
¡Deberían ajusticiarlo nada más verlo!
La hostilidad de ese patán hacia la Iglesia es evidente.
- Pues con más razón deberían mantenerlo con vida
[cdb]para interrogarlo. ¿Crees que no tiene compinches?
- Todo esto lo ha dicho esa tal Monica que rescatamos,
¿verdad? Bueno, supongo que si lady Rhea la cree...
- ¿Quién es este tal Tomas?
Dijisteis que trabaja en la biblioteca, ¿no?
- ¿Quién es este tal Tomas?
Dijisteis que trabaja en la biblioteca, ¿no?
- Sí, y siempre se ha esforzado
[cdb]por ayudarme a encontrar cualquier libro.
- Es un hombre amable.
Jamás esperarías que te traicionase.
- Bueno, ningún malvado llega lejos
[cdb]sin poder engañar a los demás.
- No me puedo creer que alguien tan despreciable
[cdb]estuviese trabajando aquí, delante de nuestras narices.
- Pero, espera...
¿Y si la señora de la cantina también es una traidora?
¡No podré volver a pedir un segundo plato!
- Ya, como si algo así pudiese evitar que repitieras.
Además, ¿qué clase de villano se dedicaría a arruinar
[cdb]los almuerzos de la gente?
- Creo que podemos darle el beneficio de la duda
[cdb]a la pobre señora de la cantina. ¿Verdad?
- Creo que podemos darle el beneficio de la duda
[cdb]a la pobre señora de la cantina. ¿Verdad?
- Confiar en el personal de la cantina.
- Sospechar del personal de la cantina.
- Si no podemos confiar en la gente que nos alimenta,
[cdb]no podemos confiar en nadie.
- Si no podemos confiar en la gente que nos alimenta,
[cdb]no podemos confiar en nadie.
- Exacto. Si empezamos a sospechar de todo el mundo,
¿qué nos impide irnos cada uno por nuestro lado?
- Por ahora deberíamos asumir que cualquiera
[cdb]podría ser un enemigo.
No sabemos dónde se pueden ocultar sus espías.
- Por ahora deberíamos asumir que cualquiera
[cdb]podría ser un enemigo.
No sabemos dónde se pueden ocultar sus espías.
- Bueno, a no ser que propongas dejar de comer,
[cdb]será mejor que tengamos un poco de fe.
- ¿Podrías dejar de hablar de la señora de la cantina,
[cdb]por favor?
- ¿Podemos deducir que Tomas contrató
[cdb]a los bandidos que intentaron matarnos?
- Nadie ha demostrado que sea el cerebro
[cdb]de toda esta operación, pero es incuestionable
[cdb]que está involucrado.
- Estás muy callada, Marianne. ¿Te encuentras bien?
- Oh, es solo que... supongo que me preocupa
[cdb]lo que esto pueda implicar.
- Te entiendo. Se supone que los problemas
[cdb]no deberían penetrar estos muros,
[cdb]pero ahora todo parece muy diferente.
- Aguardad. ¿Oís eso ahí fuera?
- ¿Están listos en las puertas?
- ¡Sí, señora! Tenemos todas las salidas vigiladas.
- Vaya, vaya. Parece que Tomas ha regresado.
- No sé por qué, pero tengo la certeza
[cdb]de que tienes que salir ahí fuera. Date prisa.
- Salir corriendo sin mediar palabra.
- Mencionar a Tomas antes de echar a correr.
- Pero bueno, ¿qué te ha pic...? ¡Ah! ¡Tomas!
- Creo que ya ha llegado. Volveré.
- Creo que ya ha llegado. Volveré.
- ¡Pero hagámoslo juntos! Espera, ¿qué vamos a hacer?