- (...)
- ¡Ah! ¿Por qué haces siempre lo mismo?
- Quería preguntarte algo. ¿Has tenido algún contacto
[cdb]con nuestros amigos tenebrosos desde aquel día?
- No, ninguno. ¿Por qué? ¿Ha habido novedades?
- Así es. Y todo gracias a las revueltas de Hrym
[cdb]y el intento de rebelión del antiguo duque de Aegir.
- Ahora tenemos pistas sobre quiénes son
[cdb]los insurgentes del Imperio
[cdb]y las Serpientes de las Tinieblas.
- Y hablando de los segundos, procuré descubrir
[cdb]si habían intentado ponerse en contacto contigo,
[cdb]o si te consideraban un aliado.
- Pero, lamentablemente, no parece que sea así.
Por ahora.
- Quejarte de sus sospechas.
- Comprender sus dudas.
- ¿Por ahora? Sigues sin confiar en mí, ¿verdad?
- ¿Y qué pasa con nuestras conversaciones
[cdb]sobre el futuro del Imperio y los plebeyos?
- Esperaba que nuestra relación hubiese mejorado
[cdb]después de todo eso.
- Hubert, hemos estado hablando mucho últimamente
[cdb]sobre el futuro del Imperio y sobre mejorar
[cdb]la situación de los plebeyos.
- Esperaba haberme ganando tu confianza,
[cdb]pero supongo que las cosas no funcionan así.
- No es que no comprenda tu punto de vista.
La mano derecha de la Emperatriz
[cdb]no puede bajar la guardia.
- Dudar de ti no me supone ninguna alegría, créeme.
Me siento algo culpable. Pero debo prepararme
[cdb]para cualquier contingencia.
- Siempre que ha sido necesario, he hecho creer
[cdb]a mis peores enemigos que soy su mejor aliado.
- Aunque, en algunas ocasiones,
[cdb]he dudado en demasía de quienes
[cdb]no se merecían mis sospechas.
- Sí, lo entiendo. Es una forma de minimizar los riesgos.
No puedes revelar tu mano así como así.
- Eres muy peculiar, ¿lo sabías?
Me alegro de que estemos en el mismo bando.
- Debo admitir que solo te digo esto
[cdb]porque te considero digno de mi confianza.
- Aunque hubieses podido estar vinculado
[cdb]con las Serpientes de las Tinieblas, ya es agua pasada.
- Créeme cuando te digo que tengo
[cdb]la más absoluta confianza en ti.
- Parece poco probable.
- Me alegra saberlo.
- Después de lo que me acabas de decir,
[cdb]estoy aún más preocupado. Seguro que mientes.
- Je, je. Parece que por mucho
[cdb]que intente explicarme, solo empeoraré las cosas.
- No sé si lo dices de corazón, pero me alegro de oírlo.
Gracias, Hubert.
- Qué diplomático.
Es justo la respuesta que esperaba de ti.
- Cambiemos de tema. Ahora nuestro problema
[cdb]es eso que acecha en las profundidades de tu mente.
- ¿A qué te refieres?
- Siento que hay otra personalidad en ti.
Se oculta tras la que muestras abiertamente.
Se podría decir que lo sé por instinto.
- Lo que me preocupa es que algún día
[cdb]te quites esta máscara
[cdb]y te conviertas en esa otra persona.
- (...)
- ¿Otra persona?
- Agradezco tu preocupación, pero si esa persona
[cdb]existe de verdad, no dejaré que se apodere de mí.
- Enviaría a ese otro yo de vuelta por donde vino
[cdb]y me ganaría tu confianza de una vez por todas.
- Aunque, para que quede claro,
[cdb]no creo que tengas nada de qué preocuparte.
- Muy bien, supongo que tendré que creerte...
por ahora.
- Bueno, espero que permanezcas a nuestro lado
[cdb]mientras creamos el nuevo futuro de Fódlan.