- Huelga decir que este es el único procedimiento
[cdb]lógico. ¿Me estás escuchando?
- No.
- Claro.
- Lo siento, me he distraído
[cdb]y no he escuchado eso último.
- ¿Dijiste algo sobre tu plan para recuperar el prestigio
[cdb]de la Casa Nuvelle?
- ¡Eso fue al principio de la conversación!
Está claro que no has escuchado una sola palabra
[cdb]de lo que he dicho.
- Eh, sí, te he escuchado. Salvarás a ese príncipe
[cdb]de un culto de hechiceros malvados
[cdb]para devolverle su esplendor a la Casa Nuvelle.
- ¡Eso no se asemeja en nada a lo que he dicho!
¿En qué has estado cavilando todo este tiempo?
- Crear nueva magia y explorar nuevos ámbitos
[cdb]de la hechicería...
Esa es la forma de hacer mi sueño realidad.
- Con ese fin en mente, he decidido que serás
[cdb]un sujeto de pruebas adecuado para mi investigación.
- No, gracias.
- ¿Qué motivo podrías tener para negarte?
¿No deseas el honor de ayudar a la Casa Nuvelle
[cdb]a recuperar su estatus?
- Puedo ayudarte, pero no me entusiasma
[cdb]la idea de convertirme en una rata de laboratorio.
- Ni siquiera sabes qué pasará. ¿No tendría más sentido
[cdb]que primero experimentases contigo misma?
- Oh. Una deducción astuta para alguien como tú.
- Sin embargo, hay un grave error en tu razonamiento.
- Si hiciese lo que sugieres, sería incapaz de observar
[cdb]los resultados con mis propios ojos.
- Pues tendrás que esperar pacientemente a que alguien
[cdb]se presente voluntario.
- Si me ocurriese algo antes de la próxima batalla,
[cdb]tendríamos un gran problema entre manos, ¿verdad?
Bueno, eso también se aplica a los demás.
- Supongo que tienes razón. Pero, entonces,
[cdb]mi investigación ha llegado a un punto muerto.
- Mmm, supongo que sí. Vale, a ver qué te parece esto.
- Como estamos en guerra, ¿por qué no intentas ganar
[cdb]honores en el campo de batalla?
Podrías seguir llevando a cabo tu investigación.
- Lo mío es el combate.
De hecho, podríamos empezar a entrenar ya mismo.
¿Qué te parece?
- Agradezco la oferta, pero no.
No me opongo a la idea de obtener prestigio militar...
- Pero no puedo acompañarte ahora mismo.
Me valdrá con entrenar de noche.
- ¿De noche? No tendrás suficiente tiempo
[cdb]si no entrenas de día.
No pensarás pasarte toda la noche entrenando, ¿no?
- Oh, por favor, no soy tan necia.
Es solo que no deseo entrenar ahora mismo.
- Persuadirla usando la lógica.
- Animarla.
- Dejarla en paz.
- Si entrenas de noche,
[cdb]eso significa que te acostarás justo al acabar.
Así no podrás descansar como es debido.
- A la mañana siguiente te despertarás a desgana
[cdb]y estarás agotada todo el día.
Se convertirá en un círculo vicioso. ¿Lo entiendes?
- ¡Cielos! Jamás habría esperado que argumentases
[cdb]una respuesta tan elocuente.
- Sea como fuere, tengo mis motivos.
Motivos que, por desgracia, no puedo ignorar.
- ¿Estás segura? No quiero forzarte,
[cdb]pero cuanto antes empieces, mejor.
- Estamos hablando de tu sueño.
¿Vas a rendirte tan pronto?
- Agradezco de veras tus ánimos,
[cdb]pero hay ciertos impedimentos insoslayables.
- Muy bien, no voy a obligarte a hacerlo.
Me voy a entrenar.
Si cambias de parecer, puedes venir cuando quieras.
- De acuerdo. Sin embargo,
[cdb]hay circunstancias que me lo impiden.
- Aun así, obtendré la victoria en todos mis empeños,
[cdb]ya sean mágicos o militares.
Y lo conseguiré a mi manera.
- ¡Ja, ja, ja!