- ¿Mercedes? Bien, necesito tu ayuda.
- ¿Felix? ¿Por qué tienes un gato?
- Lo he rescatado.
- Sí, eso ya lo veo, pero... ¡Ay, no!
¡Tiene la patita herida!
- Ven, deja que lo coja.
Quizá pueda curarlo con magia.
- Ya está. Ahora debería estar bien.
- Gracias, perdón por interrumpirte.
- Ah, no me interrumpes para nada. ¡Aunque debo
[cdb]admitir que eres la última persona que esperaba
[cdb]que me trajera un gatito herido!
- Me recuerda a cuando mi hermano pequeño trajo
[cdb]un gato a casa cuando éramos críos.
- Oh, es verdad, tenías un hermano
[cdb]de diferente padre, ¿no?
- ¿No será ese hermano pequeño tuyo
[cdb]el profesor Jeritza?
- Sí. Fue hace mucho tiempo, cuando ambos vivíamos
[cdb]con la Casa Bartels.
- Mi hermano trajo a un gato herido y, cuando se curó,
[cdb]se quedó a vivir en la mansión.
- Hicimos lo que pudimos para alimentarlo
[cdb]en secreto para que no lo descubrieran.
- ¿En secreto?
¿Qué problema puede dar una bolita de pelo?
- No podíamos dejar que lo de descubriesen
[cdb]bajo ninguna circunstancia. La gente
[cdb]de aquella mansión era... horrible.
- Si hubieran descubierto al gato, lo habrían metido
[cdb]en un saco y lo hubieran arrojado al río.
- Al final, mi madre y yo nos marchamos
[cdb]de la Casa Bartels y nunca miramos atrás,
[cdb]aunque mi hermano se quedó.
- Pero siempre me he preguntado qué le pasó
[cdb]a aquel pobre gatito...
- Los animales son listos. Si se hubiera sentido
[cdb]amenazado, se hubiera marchado.
- Supongo que tienes razón.
- Eh, en fin, ahora que has curado al gato,
[cdb]debería volver a llevarlo a donde lo encontré.
- ¿Estás seguro? Está claro que te ha cogido cariño.
- Sí, pero no puedo quedármelo. ¡Es solo un gatito!
¿Y si sus padres...? No sé. ¿Y si lo echan de menos?
- Sí, supongo que devolverlo sería lo mejor.
- Muy bien, vete. ¡Largo! Venga, ¡sal de aquí de una vez!
- ¡Deja de restregarte contra mis piernas!
¿Qué pasa? ¿Quieres comida? ¡Pues no tengo nada!
- Ay, ¡el gatito le adora!
- Está claro que los animales entienden
[cdb]cuando un alma amable acude en su ayuda.
- ¡Mercedes, haz algo! ¡Este gato no deja de seguirme!
- Lo siento, pero no hay nada que pueda hacer.
Tendrás que esperar a que le apetezca irse a casa.
- Ugh.
- Cielos, ¿en serio?
Que le caigas bien a un gato es buena señal.
- A mi hermano pequeño siempre le han gustado
[cdb]los gatos, pero últimamente no se le acerca ninguno,
[cdb]se me rompe el corazón.
- No entiendo a ese hombre, pero, en cualquier caso,
[cdb]el problema no es ese.
- No estoy seguro de que lo sea.
- Bueno, mientras estás esperando,
[cdb]podemos ponernos cómodos y charlar un rato.