Hola, Lysithea. ¿Tienes un minuto?
Necesito hablar contigo de algo.
Está bien, pero solo un minuto. Quizá no lo parezca,
[cdb]pero estoy bastante ocupada.
Me lo imaginaba. No me acuerdo de la última vez
[cdb]que te vi tomarte un descanso.
En todo caso, seré breve. Es... por lo que pasó
[cdb]en nuestro último combate.
Atacar tan precipitadamente no es tu estilo, Lysithea.
Y lo digo a modo de crítica.
Y, según tu experta opinión,
¿por qué exactamente no es ese mi estilo?
Lo único que hice fue terminar la batalla de la forma
[cdb]más rápida y eficiente posible.
Y, a la larga, los daños se redujeron al mínimo.
Si acaso, deberías darme las gracias.
Está claro que esa vez te salió bien.
Pero la probabilidad de que te hubiera salido mal era
[cdb]alta. No deberías dejarlo todo en manos del destino.
Un error podría haber provocado que perdieras
[cdb]a tu unidad entera. Tus soldados y tú estaríais
[cdb]condenados al sueño eterno.
Lo que digo es que tendrías que tomar decisiones
[cdb]según una estrategia y no al azar. Pensaba que alguien
[cdb]tan lista como tú lo entendería.
Sí, sí. Basta de lecciones por hoy.
Sé lo que se supone que tengo que hacer.
Pero si mi unidad no hubiera intervenido,
[cdb]la batalla se habría prolongado más de la cuenta.
Habríamos seguido peleando al día siguiente
[cdb]y eso nos habría obligado a cambiar de táctica
[cdb]si el enemigo modificaba su formación al alba.
Además, un desplazamiento hacia el sur
[cdb]habría aumentado los días en combate.
No voy a insistir en que tomé la decisión correcta,
[cdb]pero no des por sentado que no me planteé
[cdb]las posibilidades. Sabía que podía salirme mal.
Pero el fracaso no tenía por qué ser una opción.
Claro que prolongar la batalla habría afectado
[cdb]a la guerra a largo plazo.
¿Pero y qué? Si lo piensas bien, tu vida vale
[cdb]muchísimo más que unos míseros días de combate.
Por favor, Lysithea. Necesito que me prometas
[cdb]que no volverás a correr ese peligro otra vez.
Lo siento. No puedo hacerlo.
Mira, no es solo tu vida la que estás arriesgando.
Todos los soldados bajo tu mando morirían
[cdb]con honor a tus órdenes.
En ese caso, fracasaría como líder.
Sí, quizá tengas razón.
Bueno, relévame de mi puesto si consideras
[cdb]que no debería comandar tropas.
Estás en tu derecho. Haz lo que estimes oportuno.
(...)
Hasta entonces, haré lo que crea conveniente.
Ahora, si me disculpas.
Ahhh. No sé qué le pasa, pero no soporto
[cdb]que se ponga tan testaruda.
Sea como sea, no parece que vaya a cambiar
[cdb]de actitud. Supongo que tendré que hacer lo posible
[cdb]por mantenerla a salvo mientras tanto.