- (...)
- Qué ven mis ojos.
¿Desde cuándo lees manuales de estrategia?
- ¿Echas de menos la Academia de Oficiales?
- No hay nada que echar de menos.
- ¿De verdad? Porque creo recordar
[cdb]que todos estaban impresionados
[cdb]con su increíblemente diestro profesor de combate.
- Tenía grandes planes para ti, sobre todo
[cdb]cuando te asignaron como nuestro profesor,
[cdb]pero la Academia tuvo que cerrar.
- Aun así, jugaste un papel pequeño pero decisivo.
- (...)
- Veo que sigues sin ser muy hablador.
- Pero creo que te comprendo mejor ahora
[cdb]que cuando nos conocimos.
- (...)
- ¿Ves? Ese silencio significa:
«No necesito que me comprendas».
- Qué típico de Emile.
- Hm.
- No me llames por ese nombre.
- ¿Por qué? ¿Porque Emile von Bartels está muerto?
- ¿Porque ya le dieron caza y lo ajusticiaron
[cdb]por asesinar a toda su casa?
- Es lo que tendría que haber pasado.
- ¿De verdad? Pues yo no estoy de acuerdo.
- Por eso sobrevives como Jeritza von Hrym
[cdb]y mantienes buenas relaciones con una casa
[cdb]que algún día será tuya.
- Por eso existe el Caballero Sanguinario.
Ambos hombres son indispensables
[cdb]para poder conseguir mis objetivos.
- Eres muy codiciosa
[cdb]si deseas el poder de ese monstruo.
- Su sed es insaciable. Con cada alma que arrebata
[cdb]se vuelve menos humano.
- Si es así, diría que el codicioso aquí
[cdb]es el Caballero Sanguinario.
- Debo ir con cuidado, no vaya a ser que su guadaña
[cdb]me haga una visita nocturna.
- Por ahora, eres mi ama.
- Dejas cazar al Caballero Sanguinario.
Estoy agradecido. Tu vida está a salvo.
- No tienes que estar agradecido.
Esto siempre ha sido un contrato
[cdb]que satisface las necesidades de ambos.
- Es solo que me gusta teneros a ti
[cdb]y al Caballero Sanguinario en mi bando.
- (...)