Hola. Me gustaría preguntarte algo.
Me han dicho que no tienes padres. ¿Es cierto?
Sí. La mujer que me crio ya falleció
[cdb]y no sé quiénes son mis verdaderos padres.
Tiene que ser duro, ¿verdad?
Decirle que es doloroso.
Explicarle que estás bien.
No estoy triste ni nada de eso,
[cdb]pero es verdad que, a veces, pienso en ellos.
Me duele no saber quién soy en realidad.
Tranquilo, no pasa nada. Murieron hace mucho tiempo.
Ahora no estoy triste ni nada de eso.
Pero, a veces, me pregunto quién soy en realidad.
No recuerdo ni el más mínimo detalle
[cdb]sobre mis padres.
Quizá no sepas quién eres, pero lo das todo
[cdb]y vas por la vida con la cabeza bien alta.
¡Para mí eso es señal de una gran fortaleza!
Oye, Raphael. Tú también perdiste a tu padres, ¿no?
Sí, ambos murieron en un accidente.
Entonces eres igual de fuerte que yo.
Trabajas más que nadie y lo haces
[cdb]todo con una sonrisa de oreja a oreja.
¡Claro! Es fácil si te gusta entrenar tanto como a mí.
Me acabo de dar cuenta de algo.
¡Creo que tenemos mucho en común!
Los dos perdimos a nuestros padres y ambos somos
[cdb]plebeyos que intentan abrirse camino en esta guerra.
Aunque hay algo aún más importante...
¿Qué puede ser más importante que eso?
¡Llamamos la atención por nuestros músculos!
Todo un halago, pero tenemos cuerpos muy distintos.
No creo que lo mío pueda llamarse músculo.
Bueno, eres un poco más flacucha que yo
[cdb]y bastante más lista.
Aunque yo no paro de darle a la cabeza
[cdb]desde que abrimos la posada.
¿Tienes una posada?
Sí. Cuando cerró la Academia volví a casa y monté
[cdb]ese negocio con mi abuelo y mi hermana pequeña.
¡Para llevar un negocio así hay que estar más fuerte
[cdb]de lo que te imaginas! No solo se carga peso de aquí
[cdb]para allá. ¡También hay que darle al coco!
Si quieres conseguir beneficios, hay que prestar
[cdb]mucha atención a las cuentas.
Mi hermana es quien se ocupa de ese tema.
A mí no me da la cabeza para tanto.
¡Así que yo me encargo de cocinar!
Incluso en los fogones surgen problemas.
Sí, puede ser complicado encontrar tu sitio
[cdb]cuando cambias de ocupación. Sobre todo
[cdb]si tienes que empezar en un campo nuevo para ti.
La verdad es que a mí me ha costado un mundo
[cdb]acostumbrarme al ejército. Todo es muy distinto
[cdb]a la vida de mercenaria.
¿Pero no luchas? No me parece que sea
[cdb]algo tan diferente.
Aquí hay más responsabilidad.
Es una forma de luchar completamente diferente.
Como mercenaria, solo eres responsable de ti misma.
Llegas, haces bien tu trabajo y te pagan.
Tener a soldados bajo mis órdenes y gente a mi cargo
[cdb]es un cambio inmenso para mí.
Los mercenarios suelen meterse en escaramuzas
[cdb]y no libran grandes batallas. Si pueden permitírselo,
[cdb]la mayoría prefieren ir por su cuenta.
Un ejército actúa en conjunto. Coordinar a tanta gente
[cdb]a la vez es algo muy nuevo para mí.
Además, hay muchas tareas más allá de combatir,
[cdb]como gestionar los recursos y asegurarse de que todos
[cdb]tengan las armas y armaduras que necesitan.
No creo que se me den tan mal las matemáticas,
[cdb]pero no es algo que esté acostumbrada a hacer.
Y cuanto más material tienes, más se complica todo.
¡Entonces tú tampoco le das tanto al tarro!
¡Somos casi gemelos!
Como mínimo, amigos, ¿no? Yo te cubro.
Tú sigue trabajando así de bien.
Lo mismo digo. A seguir luchando como hasta ahora.