- Oh, hola, Hapi. Te gusta mucho el aire libre, ¿eh?
- Supongo que sí.
Probablemente sea porque crecí en un bosque.
- O tal vez porque me forzaron a vivir en el Abismo
[cdb]durante un tiempo.
- Oh, cierto, tú también estuviste en Garreg Mach.
- Yo no pasé mucho tiempo allí,
[cdb]pero jamás habría imaginado que había una ciudad
[cdb]oculta bajo mis pies.
- Pues allí estaba, lo sé de primera mano.
- ¿Y tú? ¿Qué hacías antes de trabajar de mercenaria?
- ¿Antes de eso? Oh, bueno...
- Vivía con mi madre en una aldea perdida
[cdb]en las montañas. Parece que fue hace una eternidad.
- Oh, la llamo mi madre,
[cdb]pero no estábamos emparentadas.
Era más bien una madre adoptiva.
- ¿Cómo era? No estaría interesada en llevar a cabo
[cdb]experimentos mágicos, ¿no?
- No sé si le interesaban los experimentos,
[cdb]pero sabía cómo usar la magia.
- Interesante... ¿Cómo acabasteis viviendo juntas?
- No conozco los detalles.
No recuerdo nada antes de vivir con ella.
Al parecer, me abandonaron al nacer.
- Por desgracia, no es tan raro encontrarse con niños
[cdb]abandonados y famélicos.
- Pero ella me acogió y me crió como si fuese
[cdb]su propia hija... Creo que mi madre era especial.
- Sí, supongo. Probablemente fuese una buena persona.
- Preguntarle a Hapi en qué está pensando.
- Rememorar a tu madre.
- ¿En qué estás pensando, Hapi?
- Solo me preguntaba por qué alguien que podía usar
[cdb]la magia vivía en una remota aldea de montaña.
- Me enseñó todo lo que necesitaba saber
[cdb]para sobrevivir.
- Era maravillosa. Una madre mucho mejor
[cdb]de lo que jamás podría haber deseado.
- Vale, pero ¿por qué alguien así viviría en una remota
[cdb]aldea de montaña? ¿No te parece extraño?
- Alguien me dijo una vez
[cdb]que no era oriunda de la zona.
- Pero cuando se lo mencioné,
[cdb]ella solo me sonrió con tristeza.
- Mmm... Muy interesante.
- En serio, Hapi, ¿qué ocurre?
¿Tiene algo que ver con mi madre?
- No, no es nada. Perdona por sacar el tema.
- Solo me estaba dejando llevar por mi imaginación.
De verdad, perdona si te he molestado.
- No pasa nada.
- Qué preocupante.
- Estoy bien, no te preocupes por ello.
No importa.
- Además, seguro que tenías tus motivos, ¿verdad?
- Vaya, pues ahora me preocuparé
[cdb]por lo que te estabas imaginando.
- Pero seguro que tenías tus motivos
[cdb]para hacer esas preguntas.
- Si alguna vez quieres hablar de ello, aquí me tienes.
- Gracias.
Solo estoy lidiando con fantasmas de mi pasado.
- Todos hemos sufrido algo así. No te preocupes.
¿Quieres que volvamos y comamos algo?
- Claro. Oh, y podemos recoger bayas por el camino.
Creo que he visto unas hace un rato.
- ¿De qué tipo? Después de haber vivido tanto tiempo
[cdb]en las montañas, me he vuelto una experta en bayas.