- Un combate duro, ¿eh, Lorenz? Me alegro
[cdb]de que ambos hayamos vuelto sanos y salvos.
- Efectivamente. Sin tu ayuda, habría sido
[cdb]un guerrero noble más caído en combate.
- Por suerte, quienes me admiran no tendrán
[cdb]que derramar lágrimas hoy. Te lo agradezco.
- Esto ha dado un giro raro.
- ¿Recuerdas aquello que te dije
[cdb]sobre cómo funcionan las cosas en Fódlan?
- Imposible olvidarme.
- Lo he olvidado por completo.
- Sí, me explicabas, más o menos, que los nobles
[cdb]tenéis que protegernos a los plebeyos y que nosotros
[cdb]deberíamos ser dóciles y haceros caso.
- No recuerdo haber dicho nada de ser dóciles...
pero sí, como nobles es nuestra obligación
[cdb]proteger al pueblo.
- Mmm, pues no me acuerdo. ¿A qué te refieres?
- No puedes decirlo en serio. Te conté que el deber
[cdb]de un noble es proteger al pueblo llano.
- Y cuando un plebeyo recibe un golpe letal
[cdb]destinado a un noble...
- Fallamos en nuestro cometido. Por poco
[cdb]no corro yo esa misma suerte.
- Claro, estarías muerto si no te hubiera salvado.
- Y, al hacerlo, has corrido un grave peligro.
Podrías haber muerto tú.
- Jugarme el cuello para salvar a los demás
[cdb]es a lo que me dedico.
- Sí, has tenido suerte de que no te lo rebanaran
[cdb]en esta ocasión.
- Escúchame. No hay motivo para que un plebeyo
[cdb]arriesgue la vida en combate por un noble.
- No soportaría la idea de que alguien de tu condición
[cdb]sacrificara su vida por la mía.
- Así que no vuelvas a hacerlo. ¿Está claro?
- Pedir perdón por haberle molestado.
- Explicarle que su actitud es desagradecida.
- Tienes razón. Lo siento.
- ¡Eh! No me malinterpretes.
No tienes que pedirme perdón por nada.
- ¿Te parezco tan egoísta como para exigir a quien
[cdb]me ha salvado la vida que me pida perdón?
- Vale, vale. Nada de pedirte perdón. Uf.
Contigo es difícil aclararse, ¿eh?
- Vaya, ¿así tratas a quien te ha salvado la vida?
Te imaginaba de otra forma, Lorenz.
- ¡En absoluto! Me siento profundamente agradecido.
Solo quiero que entiendas mi postura.
- De acuerdo. No hay de qué. Es mejor no sacar
[cdb]las cosas de quicio. Contigo es difícil aclararse, ¿eh?
- ¿Conmigo? Qué grosero. Te repito que hablo
[cdb]muy en serio sobre este asunto.
- Odio tener que decírtelo, pero si volvemos
[cdb]a encontrarnos en la misma situación cien veces
[cdb]te salvaría todas y cada una de ellas.
- ¡Increíble! ¿Sigues sin entenderme a estas alturas?
- Sé a dónde quieres llegar,
[cdb]pero yo hago las cosas a mi manera.
- Sea o no un mercenario, sé que no hay nada peor
[cdb]que ver a un aliado morir frente a mí.
- Sobre todo, si es alguien más débil que yo.
No puedo evitar lanzarme a salvarlo, ¿sabes?
- ¿Más débil? ¡Espero que no te refieras a mí!
- Oye, eres tú quien estuvo a punto de pasar
[cdb]a mejor vida. Si no quieres que la gente te salve,
[cdb]tendrás que ser más fuerte.
- He de admitir que es un argumento de peso.
No puedo refutarlo.
- En ese caso, te pido que estés pendiente de mí
[cdb]de ahora en adelante. ¡Me esforzaré por mejorar!
- Cuando llegue el día en que sea más fuerte que tú,
[cdb]mi noble figura salvará tu pellejo plebeyo y restaurará
[cdb]el orden del mundo.
- ¡Y así se resolverán los problemas de Fódlan! ¡Ja, ja!
- Por eso nadie me cree cuando digo que es
[cdb]un buen tipo.