- Ya basta de miradas inquisitivas, Dimitri.
Di lo que tengas que decir.
- Solo pensaba que me resulta difícil hablar contigo,
[cdb]incluso ahora que tenemos la oportunidad
[cdb]de dialogar pacíficamente.
- Ha muerto demasiada gente como para que podamos
[cdb]tener una conversación significativa y honesta.
- ¿De verdad? A mí no me parece cierto.
- A no ser que te refieras a que no quieres hablar
[cdb]con la tirana a la que culpas por sus muertes.
- En tal caso, que cada uno siga creyendo lo que quiera,
[cdb]aceptemos que nuestros caminos se han separado
[cdb]y sigámoslos hasta su fin.
- Eso no son más que meras conjeturas...
Aunque supongo que has dado en el clavo.
- No diré que mis elecciones fueron acertadas,
[cdb]pero acepto la responsabilidad. Las tomé con cautela
[cdb]y siendo conocedor de las consecuencias.
- Me gustaría creer que puedo decir lo mismo.
- Esto no servirá de nada.
Tenemos que salir de aquí.
- Cierto. Pero antes, déjame hacerte una pregunta.
- ¿Sabes qué fue de Anselma, tu madre?
- ¿Por qué iba a saberlo?
- Alguien me dijo que sabes cómo murió.
Aunque sospecho que no eran más que los desvaríos
[cdb]de una moribunda.
- Y tienes razón.
No he visto a mi madre desde que era una niña.
- Creo que fue justo antes de su exilio.
Tú tendrás más información acerca de lo que le pasó.
- Supongo. En fin, gracias por tu respuesta.
- Bien, ¿volvemos a buscar la forma de salir de aquí?
- Sí, por favor. No podremos resolver nada mientras
[cdb]estemos atrapados en... ¡Ah!
- Menudo temblor.
- Sea lo que sea este lugar, cada vez me gusta menos.
- ¿Puedes ponerte en pie?
- Sí, gracias... Uf.
- Tal vez podamos olvidarnos de nuestras diferencias
[cdb]por un momento.
Las hostilidades no nos ayudarán aquí.
- Sí, supongo que tienes razón. Estoy de acuerdo.
- Acabo de recordar algo de cuando era niña.
- Me había caído al suelo y alguien me tendió
[cdb]amablemente la mano para levantarme.
- La agarré sin pensarlo, sin ver quién era.
Supongo que eso demuestra
[cdb]lo mucho que he cambiado.
- Ah...
- ¿Dimitri? ¿Qué ocurre?
- Yo también tengo un recuerdo parecido.
Uno de ayudar a una niña que se había caído al suelo.
- Conociéndote, esas situaciones habrán sido frecuentes
[cdb]en tu juventud.
- Ni se te ocurra insinuar que compartimos
[cdb]el mismo recuerdo.
- No, rara vez olvido una cara importante.
A menudo, muy a mi pesar.
- Ya basta. Terminemos con esto antes de ponernos
[cdb]aún más en ridículo.
- Debemos escapar. Esa es nuestra prioridad.
- Aunque tampoco es que el mundo exterior vaya a ser
[cdb]más misericordioso conmigo que este lugar.
- Edelgard, yo...
- ¿Qué haces?
Ya deberías saber que no dudaré en dejarte atrás.
- Cierto. Ya voy, El.