- ¿Tienes un momento, Rodrigue?
Hay algo que me gustaría pedirte.
- Cualquier cosa por ti, majestad. ¿De qué se trata?
- Quiero saber tu versión de la historia.
- ¿De qué historia, exactamente?
- ¿Cómo te sentiste cuando supiste de la muerte
[cdb]de mi padre? Me costaba preguntar esto antes,
[cdb]pero quiero saberlo.
- Así que a eso te referías. Lo cierto es que al principio
[cdb]me costó creérmelo.
- Pero, tras unas cuantas lunas, empecé a aceptar
[cdb]la realidad.
- Y, por supuesto, recordé la promesa
[cdb]que le había hecho y me juré que la cumpliría.
- Entonces, me pregunto... De haber muerto yo
[cdb]junto a mi padre y Glenn en Duscur,
¿qué habrías hecho?
- (...)
- Cada vez que te veo reflexionar sobre mi padre,
[cdb]un pensamiento fugaz cruza mi mente.
- Parece que no solo hubieras querido acompañarle
[cdb]en vida, sino también recibir la muerte con él.
- No le des muchas vueltas, majestad.
Soy un tipo bastante testarudo.
- No, no deseé mi propia muerte
[cdb]cuando Lambert falleció.
- Pero en ocasiones pienso que, si he de morir
[cdb]para honrar la promesa que le hice...
estaría satisfecho con ello.
- No permitiré que desperdicies tu vida, Rodrigue.
¡No dejaré que esa promesa te aparte de mi lado!
- Perderte a ti sería casi como perder a mi padre
[cdb]por segunda vez.
- Si fueses a morir por mi causa... me destruiría.
- Dices eso, pero un súbdito vive por el ejemplo
[cdb]que su rey le proporciona. Y sé muy bien
[cdb]que tú tampoco valoras tu vida.
- Así que, si quieres que le dé más importancia
[cdb]a mi propia vida, te insto a que hagas lo mismo,
[cdb]majestad.
- Tienes razón. No tengo justificación alguna.
- No, soy yo el que debería disculparse. Eso ha sonado
[cdb]bastante más hostil de lo que pretendía.
- Estabas hablando igual que Lambert,
[cdb]sencillamente no he podido contenerme.
- Lo cierto es que eso es algo que quise haberle dicho
[cdb]hace mucho tiempo, pero eres tú el que ha tenido
[cdb]que llevarse la peor parte.
- Supongo que no puedo hacerle burla a Matthias
[cdb]por quedarse con esa espada todos esos años, ¿no?
- ¿He sonado como mi padre?
- De hecho, sí. ¿Recuerdas la historia de la espada,
[cdb]sobre cómo me quedé atrapado como un necio
[cdb]tras las líneas enemigas?
- Bueno, lo primero que me dijo Lambert
[cdb]tras abrirse paso a través de las tropas enemigas fue:
«No desperdicies así tu vida».
- No resultó demasiado convincente,
[cdb]viniendo de un tipo cubierto de cortes y arañazos.
- No me lo puedo ni imaginar.
- Parece que ambos estabais muy unidos.
Le envidio por tener vínculos tan fuertes
[cdb]con sus amigos.
- Que mi hijo no te oiga decir eso.
Seguro que se ofende.
- En cualquier caso, ya es suficiente nostalgia
[cdb]por un día. ¿Qué te parece si la próxima vez
[cdb]le sonsacas los recuerdos a Matthias?
- Una idea excelente. Tal vez también invite a Sylvain
[cdb]y al resto a unirse.
- Una idea excelente. Pídele que se pase por aquí
[cdb]algún día, Rodrigue.