- Sé que estás ocupado, majestad,
[cdb]pero ¿tienes un momento? Es importante.
- Si de verdad es importante, tengo todo el tiempo
[cdb]del mundo. ¿Qué sucede?
- Hay tantas posibilidades que ni me imagino qué será.
- Como bien sabes, hemos olvidado las viejas alianzas
[cdb]de Leicester para dar vida a la nueva Federación.
- Y ahora hemos unido nuestras fuerzas con el Imperio
[cdb]para acabar con el Reino y disolver la Iglesia Central.
- Todo eso te parece bien... ¿no?
- Por supuesto, majestad. Iría aún más lejos y diría
[cdb]que soy tu mayor partidario.
- Lo aprecio mucho. Me siento mucho más seguro
[cdb]como rey sabiendo que cuento con tu apoyo.
- Confío plenamente en que lograrás cumplir
[cdb]nuestros objetivos en esta guerra... pero me pregunto
[cdb]qué pasará después.
- Dices que quieres retirar la autoridad de la Iglesia
[cdb]en Fódlan y construir una sociedad nueva.
- Cierto. Fue la Iglesia quien creó los sistemas
[cdb]que sustentan Fódlan en beneficio
[cdb]de sus propios intereses.
- No quiero decir que todos sean malos, pero existen
[cdb]para mantener la autoridad de la Iglesia de Seiros.
- Y siempre que los veneremos, Fódlan será incapaz
[cdb]de avanzar. ¿Estás de acuerdo?
- A ver si lo entiendo bien. Cuando la guerra termine,
[cdb]quieres dar un paso atrás y reevaluar el sistema
[cdb]nobiliario y la propia fe.
- Y también quieres establecer relaciones con gente
[cdb]de otros territorios y que profesan otras religiones.
¿Es así?
- Exacto... Quiero romper los muros que nos tienen
[cdb]encerrados. Sabía que lo entenderías.
- ¿Esto es extensible a la Garganta de Fódlan?
¿Abrirías sus puertas y querrías establecer
[cdb]una relación cordial con los almyrienses?
- Sí, por supuesto. Depende de cómo respondan
[cdb]a nuestras propuestas, pero eso es lo que esperaba.
- ¿Y qué pasa con la Casa Goneril, una familia
[cdb]considerada tradicionalmente enemiga de Almyra?
- ¿Casarías a su única hija con un miembro
[cdb]de la familia real almyriense? ¿Puede darse
[cdb]esa situación?
- ¿Mmm? ¿Estamos hablando de Hilda?
- No hay otras hijas en nuestra casa.
- Ah, vale. Ya veo lo que pasa.
- No te preocupes, Holst. Puede que sea el rey
[cdb]de Leicester, pero no me interesa ser un casamentero.
- ¿Y qué pasa si el próximo rey de Almyra resulta ser
[cdb]un hombre amable y decente? ¿Y si a Hilda le gusta?
- Mmm, si Hilda quiere casarse con ese hipotético
[cdb]rompecorazones, no voy a impedírselo.
Oye, ¿de qué va todo esto en realidad?
- Perdón. Eché a volar la imaginación un instante.
Si es lo que Hilda quiere, yo tampoco me interpondré
[cdb]en su camino.
- Y veo que sigue volando.
- Me preocupa tanto el futuro de Hilda
[cdb]como el de Leicester... quizá incluso más.
- Lo entiendo, así que déjame que te diga esto...
- Creo que tanto a Leicester como a Hilda les espera
[cdb]un futuro brillante.
- Solo te pido que confíes en mí.
- Me tomo tus palabras muy en serio.
- Lo único que pido a cambio, majestad, es que sigas
[cdb]protegiendo a mi hermana pase lo que pase.
- De acuerdo. Y, mmm... Veo que lo dices
[cdb]muy convencido, Holst.