No te preocupes, Felix. Sé lo muy ocupado que estás,
[cdb]aunque me temo que no podíamos esperarte
[cdb]para empezar la conversación.
Esto es por la declaración de guerra del Imperio
[cdb]a la Iglesia Central, ¿no?
Así es. Como ya sabes, hemos estado aceptando
[cdb]refugiados de Garreg Mach.
Pero hace unos días recibí una petición confidencial
[cdb]de Seteth solicitando protección para miembros
[cdb]de alto rango de la Iglesia, incluida lady Rhea.
Por supuesto, solo en el caso
[cdb]de que Garreg Mach cayera.
Parece ser que nos encontramos en el medio
[cdb]entre el Imperio y la Iglesia. No estoy seguro
[cdb]de cuánto tiempo podremos permanecer neutrales.
Si me permitís, majestad. Por inquietante
[cdb]que pueda ser, creo que es prudente que rechacemos
[cdb]esta propuesta de la Iglesia rotundamente.
Ofrecerles asilo solo servirá para provocar
[cdb]una invasión por parte del Imperio.
También me preocupa la Iglesia Meridional,
[cdb]pero creo que por ahora tenemos asuntos
[cdb]más importantes de los que ocuparnos.
Una opinión muy respetable, vizconde de Elidure,
[cdb]pero os aseguro que las cosas no son tan sencillas
[cdb]como lo exponéis.
El mandato del Rey de Faerghus
[cdb]y de todos los señores que le sirven solo
[cdb]está legitimado por la gracia de la Iglesia.
¿Vamos a renunciar a la mismísima razón de ser
[cdb]del Reino solo porque tememos una posible invasión?
(...)
La guerra siempre llega en un momento o en otro,
[cdb]y es inevitable cierto grado de sufrimiento.
Lo sabéis tan bien como yo, vizconde.
¿Osáis hablar de sufrimiento?
¿Cuando las llamas de la guerra no arrasarán
[cdb]vuestras tierras en el norte como sí harán con las mías?
En una situación normal, aceptaría que aquellos
[cdb]de territorios norteños deberíamos tener menos
[cdb]voz en esta discusión.
Pero, si Garreg Mach cayese, la guerra
[cdb]no se detendría en el oeste.
Majestad, ¿qué pasa con la Casa Rowe o Galatea?
¿O el resto de casas nobles del sur?
Por ahora no tenemos noticias del conde de Rowe,
[cdb]pero he recibido una misiva del conde de Galatea.
Dice: «Mis habitantes no son tan necios
[cdb]como para alegrarse de la rendición de sus tierras
[cdb]a los invasores».
«No hay integridad en dar la espalda a la institución
[cdb]que es pilar fundamental de nuestras vidas. Apoyemos
[cdb]a la Iglesia como ellos nos apoyaron a nosotros».
Majestad, estamos en deuda con la Iglesia Central
[cdb]por su papel en la represión de la revuelta
[cdb]de hace dos años.
No recompensar esa generosidad del mismo modo
[cdb]pondría en peligro la confianza de vuestros vasallos.
Y si eso ocurre, puede que volvamos a acabar
[cdb]en la misma situación que antes.
Puede que no cuenten con el emblema de Blaiddyd,
[cdb]pero saldrá un número considerable de nobles
[cdb]que dicen ser de sangre real de debajo de las piedras.
El Reino ya vio la agitación y la división
[cdb]que tales afirmaciones pueden incitar
[cdb]tras la muerte del rey Klaus.
Pero, duque de Fraldarius, convendría marchar
[cdb]hacia la muy real e inminente guerra que nos ocupa
[cdb]en vez de debatir disturbios hipotéticos.
No quiero que mi gente sufra el dolor del conflicto,
[cdb]pero ¿hay aquí quien piense que el Imperio
[cdb]se detendrá si satisfacemos todas sus exigencias?
Supongamos que dejamos que el Imperio capture
[cdb]a la Arzobispa. Y supongamos que aceptamos
[cdb]esta nueva Iglesia Meridional, ¿entonces qué?
Imagino que el Imperio planea colocar al obispo
[cdb]de la Iglesia Meridional, el conde de Varley,
[cdb]en el lugar de lady Rhea.
Me temo que no he oído nada bueno relativo
[cdb]a ese hombre ni a sus enseñanzas.
Afirman ser una rama de la Iglesia de Seiros,
[cdb]pero la Iglesia Meridional no es más que la portavoz
[cdb]de todo el Imperio.
En otras palabras, repudiar a la Iglesia Central
[cdb]en favor de la Iglesia Meridional no sería muy distinto
[cdb]a aceptar sin más el yugo imperial.
Es difícil saber cómo tratarían a nuestro Reino
[cdb]si eso llegara a ocurrir.
Aunque imagino que involucraría duros impuestos
[cdb]por el mero propósito de sangrar a Faerghus
[cdb]y llenar las arcas imperiales.
Mmm...
¿Tienes algo que añadir, duque de Fraldarius?
Lo cierto es que no. Me preguntaba cuánto tiempo
[cdb]más planeamos seguir con esta tediosa farsa.
La pregunta es sencilla: ¿entregamos nuestro reino
[cdb]y nos sometemos al gobierno imperial o no?
Creo que el marqués ha dejado bastante claro
[cdb]lo que ocurrirá si cedemos ante las exigencias
[cdb]del Imperio.
Todos sabemos de la rápida reforma que ha sufrido
[cdb]su región. En algunos aspectos que, he de confesar,
[cdb]admiro.
Pero una tierra vieja y tenaz como la nuestra
[cdb]no está hecha para un cambio tan convulso.
Lo que necesita ahora mismo la gente de Faerghus
[cdb]no son nuevas y radicales libertades.
Necesitan estabilidad. Mejoras constantes
[cdb]en su día a día. Y el cambio real y duradero
[cdb]solo puede surgir de una base sólida.
Pues parece que su majestad ha tomado una decisión.
Da la orden y nos pondremos en marcha.
Ejem.
Por la presente, el Sacro Reino de Faerghus ofrece
[cdb]asilo a la Iglesia de Seiros. Afilad las espadas
[cdb]y preparaos para las batallas que nos esperan.
Gustave. Dedue. Poneos en marcha de inmediato.
Nuestras intenciones deben quedar claras.
No solo para la Iglesia y el Imperio, sino también
[cdb]para el conde de Rowe y cualquier otro señor
[cdb]que no haya acudido a la llamada.