- Bien hecho, Miklan.
Recordaré las hazañas que has realizado hoy.
- Bah. Sabéis tan bien como yo que solo lo he hecho
[cdb]por el dinero. Por vuestro dinero.
- Ese... es el hombre de antes.
- Ese... es el hombre de antes.
- No es por cuestionarte,
[cdb]pero ¿qué haces escuchando a escondidas?
- Parece que están discutiendo.
Interrumpirles ahora solo empeoraría las cosas.
- Parece que están discutiendo.
Interrumpirles ahora solo empeoraría las cosas.
- ¿A qué juegas, cernícalo? Este bandido acabado
[cdb]no se merece ni mirar a nuestro ejército,
[cdb]y mucho menos ser uno de sus comandantes.
- Es una decisión que tomé en colaboración
[cdb]con el marqués hace dos años, tras ascender al trono.
- Le ordené a Gustave que lo capturase,
[cdb]le hice jurar lealtad a la familia real
[cdb]y lo puse al mando de una unidad de soldados.
- Puedes ahorrarte los detalles del cómo.
Lo que quiero saber es el por qué.
- En mi ejército faltaban líderes.
Necesitábamos a guerreros capaces
[cdb]para llenar esos vacíos.
- Y el marqués le enseñó a Miklan
[cdb]todo tipo de tácticas militares.
He visto su pericia con mis propios ojos.
- (...)
- Durante siglos, desde los tiempos del rey Loog,
[cdb]los emblemas y las reliquias han protegido Faerghus.
- Hemos acabado dependiendo de ese poder
[cdb]para defendernos de ataques externos
[cdb]y nos hemos vuelto demasiado autocomplacientes.
- Por supuesto, aprovecharemos el poder de nuestras
[cdb]reliquias de los héroes en las próximas batallas
[cdb]contra Adrestia.
- Pero no podemos proteger nuestro hogar
[cdb]solo con reliquias. Si pereciesen todos los que pueden
[cdb]blandirlas, nosotros también sucumbiríamos.
- La sangre de los héroes es ahora más escasa
[cdb]que nunca. Necesitamos a hombres como él
[cdb]en nuestras filas.
- No dudo de esas verdades,
¡pero ese no es el problema!
- ¿De verdad crees que es apropiado
[cdb]confiarle un puesto de mando a un tipejo
[cdb]que hace nada seguía siendo un forajido?
- Todos han oído las historias
[cdb]acerca del hermano mayor de los Gautier.
Sobre cómo recurrió al bandidaje y al saqueo.
- ¿No creéis que nuestros soldados se opondrían
[cdb]a ser liderados por un hombre con tal historial?
- Je. ¿Puesto de mando? Eso suena bien,
[cdb]pero deberías saber que solo soy un prisionero.
- Mis ayudantes, mis auxiliares y mis asistentes...
son todos secuaces de la familia real,
[cdb]me vigilan de cerca todo el día. Y toda la noche.
- ¿No tienes nada que decir, Sylvain?
Estás ahí callado como si esto no tuviese
[cdb]nada que ver contigo.
- Fui una de las primeras personas a las que su majestad
[cdb]consultó. Ya dije todo lo que tenía que decir.
- Seguro que no soportas mi presencia, Miklan,
[cdb]pero procuremos llevarnos bien, ¿vale?
- Uf.
- En fin, ahora que todos estamos al día...
Esperaré vuestras órdenes, majestad.
- Déjame adivinar, ¿a esto te referías
[cdb]con «los medios que sean necesarios»?
- No lo defenderé.
Aunque veo la utilidad de un hombre como él.
- Lo que hizo cuando era un bandido fue monstruoso,
[cdb]lo admito.
- Y merezco que se me juzgue por ponerlo al mando
[cdb]a pesar de ello.
- Pero no puedo evitar pensar que tal vez su vida
[cdb]podría haber sido drásticamente distinta
[cdb]si hubiese poseído un emblema.
- Igual que mi tío... al que asesiné.
- (...)
- Comprendo vuestro razonamiento, majestad.
Pero le ha hecho daño a mucha gente.
- Lo hecho, hecho está.
Los bienes robados se pueden retornar,
[cdb]pero las vidas arrebatadas no.
- Si el hombre se niega a expiar sus pecados,
[cdb]entonces pagará por ellos con su cabeza.
Pero si desea redimirse...
- ¿Qué mejor modo de hacerlo que arriesgando
[cdb]su vida por el bien de nuestro pueblo?
- Si aun así alguno de los nuestros no puede perdonarle,
[cdb]le sugiero que tome las armas y ajuste cuentas
[cdb]personalmente.
- Entiendo lo que pretendes hacer, pero tendrías
[cdb]que haberlo hablado con nosotros primero.
- No se trata de saber quién carga con qué culpa.
Se trata de informarnos de lo que piensas.
- Tienes razón, Felix. Te pido perdón.
- (...)
- (...)