- ¿Tan solo un «no»? ¿Bajo ninguna circunstancia?
- No hay más que hablar.
Es por tu propio bien, Flayn.
- (...)
- Oye, ¿estás bien, Flayn? ¿Y esa cara tan larga?
- Mi hermano ha tenido a bien prohibirme
[cdb]cualquier salida al exterior.
- Eso no suena impropio de él, pero siempre
[cdb]y cuando no lo sepa, ¿qué daño puede hacer, verdad?
- No te falta razón, pero mi hermano está realmente
[cdb]preocupado por mi seguridad. Quizá...
- No sé, creo que entiendo por qué lo hace.
Parece que la Iglesia tiene enemigos
[cdb]por todas partes últimamente.
- Como sabes, mi hermano y yo hemos vivido
[cdb]en lugares remotos y apartados durante
[cdb]mucho tiempo. Solo nos teníamos el uno al otro.
- Entonces fuimos a Garreg Mach y de repente
[cdb]estábamos rodeados de toda aquella gente.
- Tenía la esperanza de hacer muchos amigos
[cdb]y escuchar sus innumerables relatos de todos
[cdb]los lugares que nunca he visitado.
- Pero antes de poder llegar a conocer de verdad
[cdb]a la gente de la Academia de Oficiales...
- Todo se puso patas arriba
[cdb]y la Academia tuvo que cerrar.
- ¿Recordáis cuando fuimos juntas a la ciudad
[cdb]a echar un ojo a las últimas modas?
- Aquello fue muy divertido.
- Estaba deseando poder volver a ir
[cdb]de compras con vos, pero...
- Quizá sencillamente debería dejarlo pasar.
- Flayn...
- No te rindas.
- Puede que sea lo mejor.
- No te rindas tan fácilmente.
Solo estamos hablando de una pequeña salida.
- Hasta eso se me antojaría tremendamente difícil.
- No sabemos dónde aparecerán los enemigos
[cdb]de la Iglesia la próxima vez, así que seguramente
[cdb]sea lo mejor. Lo siento.
- Lo sé. Debo enfrentarme a los hechos.
- Con la Iglesia sumida en el caos,
[cdb]mi hermano vive en un estado de constante agitación.
- No puedo molestarlo de más haciendo
[cdb]que se preocupe por mí.
- Eres muy amable con tu hermano, Flayn.
Solo recuerda que la situación no siempre será así.
- ¿Eso creéis?
- Por supuesto.
Las guerras no duran para siempre, ¿no?
- Cuando esta guerra termine y la paz vuelva a Fódlan,
[cdb]salir para ir de compras no será para tanto.
- En ese caso, ¿estaríais dispuesta a volver conmigo
[cdb]a la ciudad cuando ese día llegue?
- Por supuesto. Me encantaría hacerte compañía.
¿O eras tú quien me la hacía a mí? Se me ha olvidado.
- Con eso en mente, ¡no debería ser un problema
[cdb]invocar un poco de paciencia!
- ¡En momentos así me alegro
[cdb]de que no seáis un hombre!
- ¿Qué? Ah, lo dices por Seteth...
- Sí, no estoy segura de que mi hermano me permitiese
[cdb]ir a algún sitio con un hombre, aunque la guerra
[cdb]haya acabado.
- Así nunca conseguirás conocer a ningún nombre.
¿Eso te parece bien?
- No... Pero si lo hago de todas formas y lo descubre,
[cdb]estoy segura de que sería, como ya he dicho,
[cdb]un auténtico desastre.
- Ofrecerte a ayudarla.
- Disuadirla.
- Bueno, entonces supongo que tendré
[cdb]que ayudarte a escabullirte, ¿no?
- Oh, ¿de veras haríais eso?
¡Debería haber supuesto que os atreveríais!
- Bueno, no hay nada que yo pueda hacer al respecto.
Tendrás que ir a lo seguro.
- Si insistís... En ese caso, ¡tendréis que uniros
[cdb]a mí en todos mis paseos!