- Y esa es la situación. Ahora ponte manos a la obra.
- Déjamelo a mí. Podría hacerlo con los ojos vendados.
- Y no descuides tu entrenamiento nocturno.
Si no te aplicas, acabarás hecho una piltrafa
[cdb]por la mañana.
- ¿Por qué clase de haragán me tomas?
Jamás me saltaría el adiestramiento.
- Muy bien. Bueno, debo irme.
- Parece que tienes visita. Hasta luego.
- ¿Tengo visita?
- Oh, hola, Petra.
- Perdona, ¿me estabas esperando?
¿Qué puedo hacer por ti?
- (...)
- ¿Va todo bien? No tienes buen aspecto.
- Yo estoy bien. Yo agradezco a ti por tu preocupación.
- ¿Estás segura? Puedo llevarte a la enfermería.
- ¿Estás segura? Puedo llevarte a la enfermería.
Creo que la profesora Miguela está de guardia.
- No, yo estoy bien. No molestes a ti.
- Como quieras.
- Así quiero yo, Caspar.
Yo no sabía que tu padre estaba visitando a ti.
- Sí, se pasó por aquí para hablar con Edelgard,
[cdb]entre otros.
- El tipo está tan ocupado que no pasa
[cdb]más de unas horas en un mismo lugar.
- Yo debo recordar eso.
- ¿Eh? ¿Tienes que reunirte con él?
- No. Todavía no.
- Oye, perdona, pero ¿me necesitas para algo?
- ¿Eh? Oh... Edelgard necesita a ti.
- Yo venía a decir a ti. Ella parecía muy disgustada.
Ella perdió compostura.
- Espera, ¿está enfadada conmigo?
- ¡Oh, no! Olvidé que quería verme.
- Gracias, Petra. Me has salvado la vida.
- Algún día yo tendré venganza.
- Leopold von Bergliez...
Tú lamentarás día que tú robaste vida de mi padre.