- (...)
- ¿Eh? ¿Cuándo me he quedado dormido?
- ¿Y dónde he dejado las gafas?
- Jo. ¿Dónde las puse?
- ¿Mmm? ¿Quién es ese?
- Eh, hola. ¿Necesita algo, señor?
- ¿Mmm? ¿Eres tú, Hilda?
- Pero si parece... Espera, ¡¿IGNATZ?! ¡¿Eres tú?!
- ¡Sí! Pero no sé por qué no... Ah, vale. Las gafas.
- No te he reconocido sin ellas.
¿Qué ha pasado con tus gafas?
- Me quedé dormido en esa silla de ahí hace un rato
[cdb]y no las he encontrado al despertarme.
- Debo de haberlas dejado en algún sitio
[cdb]antes de dormirme, pero no recuerdo dónde.
- ¡Debías estar muy cansado para que te haya
[cdb]pasado eso! ¿Quieres que te ayude a buscarlas?
- Sí, gracias.
- Deben de estar por aquí en alguna parte...
Seguro que, entre los dos, las encontramos enseguida.
- ¿Y cómo se ve el mundo sin tus gafas, Ignatz?
- A ver, para empezar, todo muy borroso.
- Si tengo a alguien conocido al lado, apenas le veo
[cdb]la cara... a veces incluso pienso que es una lámpara
[cdb]o algo así.
- Jo, es peor de lo que pensaba. Será mejor encontrarlas
[cdb]antes de que te caigas a un foso o algo.
- ¿De verdad no te acuerdas de dónde las pusiste?
- Qué va. Supongo que estaba muy cansado
[cdb]y me las quité sin pensarlo.
- ¡Ajá! ¡Ahí están!
- Seguro que se han caído por ese hueco de ahí.
- ¡Muchas gracias, Hilda!
- De nada. Qué bien que las hayamos encontrado.
- Pareces una persona totalmente diferente sin ellas,
¿lo sabes?
- ¿En... serio?
- Sí. Aunque te reconocí por la voz, tardé un rato
[cdb]en darme cuenta de quién eras.
- Ha sido raro, ¿sabes? Era como estar sola
[cdb]en la habitación con un desconocido misterioso.
- Ay, perdona.
- Pero tampoco estás tan mal sin ellas.
- Creo que te quedan bien las gafas, Ignatz...
Así que intenta no volver a perderlas, ¿vale?
- ¡Tendré más cuidado!