- Creo que te has equivocado un poco aquí, Caspar.
La interpretación correcta es esta...
- ¿En serio?
Entonces, esta parte significaría algo como...
- Oye, ¿estas dos cosas son lo mismo?
Creo que están conectadas con la anterior.
- ¡Muy bien! Ya comprendes esa parte, ¿verdad?
- (...)
- ¡Uf! Hoy he progresado mucho.
- Sí, te has aplicado de lo lindo.
- Antes solo entrenabas el cuerpo,
[cdb]pero últimamente te has pasado más tiempo
[cdb]ejercitando la mente.
- Ya no te parezco tan simple, ¿eh?
No me he convertido en un genio en solo cinco días,
[cdb]pero este resultado no está mal.
- Últimamente tú también has estudiado mucho.
¿No preferirías pasar el rato entre cita y cita?
- En absoluto.
Estoy esforzándome por el bien de nuestro futuro.
- Además, estudiar juntos resulta bastante divertido.
- Lo entiendo. Es como un entrenamiento:
[cdb]cuanto más te esfuerces, más partido le sacas.
- Pero también me he dado cuenta
[cdb]de que mi adiestramiento da mejores resultados
[cdb]desde que empecé a estudiar.
- Ejem. Y tal vez también te ayude tener
[cdb]a una compañera de estudios, ¿verdad?
- Aun así, esto me deprime un poco...
- Seguramente habríamos estudiado juntos más veces
[cdb]si la Academia no hubiese cerrado.
- No sé yo. Si no hubiésemos acabado involucrados
[cdb]en esta guerra...
- ¿Crees que habría encontrado un motivo
[cdb]para estudiar así? La verdad es que lo dudo.
- Caspar, no sé qué te molesta,
[cdb]pero no lo vas a resolver murmurando.
- Vale, me has pillado.
- Hasta que Edelgard decidió que iba a luchar,
[cdb]no estaba muy enterado de la situación.
- No sabía lo de los malos que vinieron al Imperio
[cdb]ni lo de los problemas en Fódlan.
- Tampoco digo que ahora lo comprenda todo,
[cdb]pero al menos quiero intentarlo.
- Caspar, eres como un adorable hermano pequeño.
Me entran ganas de pellizcarte los mofletes
[cdb]y darte todos los ánimos del mundo.
- Eh... Vale. Sí, bueno, yo soy hijo segundo
[cdb]y tú eres mayor que yo, pero...
- ¡Perfecto!
Entonces ya puedes empezar a considerarme
[cdb]como una hermana mayor.
- ¿Sabes qué? No me parece mal.
- Muy bien, pues sigue viéndome crecer, hermana.
- Ja. Creía que te lo tomarías a broma.
- Tras cinco amaneceres y cinco atardeceres,
[cdb]hasta un chico puede convertirse
[cdb]en un hombre impresionante.
- ¿Eh? ¿Eso también es parte de la historia de Francis?
- Oh, es un secreto.
En fin... ¿Qué voy a hacer ahora?
- Sigamos sacando lo mejor el uno del otro
[cdb]por el bien de nuestro futuro tras la guerra.
- ¿Nuestro futuro?... Eh, no importa.
¡Cuenta conmigo! Sigamos dándolo todo, Dorothea.