- Majestad, os pondréis enfermo si seguís quedándoos
[cdb]dormido sobre vuestro escritorio.
- ¿Mmm? ¿Dedue?
- Arg, me ha vuelto a pasar... Sí, bueno, gracias
[cdb]por despertarme y ahorrarle a mi cuello
[cdb]más sufrimiento.
- Parecéis afligido. ¿Va todo bien?
- Me temo que he vuelto a soñar con el pasado...
- ¿La Tragedia?
- No, el día que volví a la capital tras aquello.
- ¿Recuerdas el crío que me maldijo
[cdb]tras el funeral de mi padre?
- Ah, sí. Creo que era el hijo de un caballero
[cdb]que cayó en Duscur.
- Estaba furioso porque no tomé represalias
[cdb]contra tu pueblo, y aún más rabioso al verte servirme
[cdb]como vasallo.
- Me reprendió sin piedad, exigiendo que te matara allí
[cdb]mismo. Todo cuanto pude hacer fue pasar
[cdb]de largo.
- Todos desean venganza por aquel día.
Tanto los muertos como los supervivientes piden
[cdb]un justo castigo.
- Lo sé, majestad.
- Pretendo cumplir con la labor
[cdb]que me han encomendado, nunca he renunciado
[cdb]a ella, y aun así...
- Dedue, si me hiriesen de muerte y te pidiera
[cdb]con mi último aliento que vengases mi fin,
¿qué harías?
- Lo haría. Aunque me costase la vida.
- ¿Y si te dijera que me olvidaras
[cdb]y que vivieras una vida feliz?
- Sintiéndolo mucho, lo rechazaría.
No sé qué es la felicidad sin vos a mi lado.
- Seguiría buscando venganza.
Lo haría por mí, no por vos.
- Interesante, ¿y nada de lo que pusiera decir
[cdb]te haría cambiar de opinión?
- ¿Acaso no podéis vivir sin más, majestad?
- Mi vida no es mía. Pertenece a mi Reino,
[cdb]al pueblo y a los muertos.
- Pero si hubiera nacido bajo otra estrella...
- Bueno, quizá podría haber viajado fuera de Fódlan
[cdb]contigo como mercenario. O quizá sería granjero.
Confieso que me atrae la idea.
- Por supuesto que podríais recorrer esos caminos.
- Estaba de guasa, Dedue.
Solo dije lo primero que se me vino a la cabeza.
- No puedo bajar la guardia con los asuntos
[cdb]que me motivan. Espero que lo entiendas.
- Bueno pues, razón de más para descansar
[cdb]como es debido.
- Si hay trabajo que hacer, os ayudaré.
Si os cuesta dormir, seré todo oídos.
- Pero veros desplomado en vuestro escritorio
[cdb]me perturba.
- Todas las noches temo
[cdb]que la muerte venga a buscaros.
- La muerte nunca me pillaría por sorpresa
[cdb]mientras esté bajo tu atenta mirada.
- Majestad, por favor.
- Aunque si muriese y te dejase solo,
[cdb]las consecuencias serían terribles...
- Supongo que tendré en cuenta tu consejo.
Por esta vez.
- Gracias, majestad.