- ¿Raphael? Disculpa que interrumpa
[cdb]tu breve momento de sosiego.
- Eh, hola, Lorenz. ¿Necesitas algo?
- En realidad, sí. A decir verdad, hace poco me enteré
[cdb]de que tu familia y tú abristeis una posada
[cdb]cuando volviste a casa.
- Y, sin embargo, elegiste dejarlos atrás y arriesgar
[cdb]tu vida y tu sustento peleando en esta brutal guerra.
- He de preguntarte el motivo.
- ¿Por qué lo hice? Para proteger a mi familia, claro.
- Me cuesta entender tu razonamiento.
¿No habría sido más prudente quedarte con ellos?
- Yo también pensé eso al principio.
Pero estar allí no habría sido suficiente.
- Claro, podría mantenerlos a todos a salvo
[cdb]si día a día me quedase vigilando la posada.
- Pero si luchar en el frente supone
[cdb]devolver la paz al mundo, ya no tendrán
[cdb]que preocuparse más por su seguridad.
- Me cuesta mucho estar lejos de Maya,
[cdb]pero seguro que al final merecerá la pena.
- Ya... entiendo.
- Tu planteamiento es correcto, en parte.
Pero no acierta del todo.
- Quedarte en la posada a proteger a tu familia
[cdb]nos les proporcionará la seguridad que tanto anhelas.
- Mientras la guerra se prolongue, tu establecimiento
[cdb]correrá el riesgo de que lo consuman
[cdb]las llamas de la guerra.
- Pero eres un plebeyo, y es nuestro deber como nobles
[cdb]proteger a los ciudadanos de a pie de nuestras tierras.
- No debería ser necesario que un civil se separe
[cdb]de su familia para luchar en la guerra.
De esas labores ha de ocuparse la nobleza.
- En resumen, deberías dejar que mis subordinados
[cdb]y yo nos encarguemos de la defensa de tus tierras.
- ¿Tanto te preocupa que esté aquí?
- Mmm... ¡Gracias! Pero yo elegí venir;
[cdb]no te preocupes.
- No, no quería decir eso en absoluto.
Hablo de la obligación que tenemos los nobles
[cdb]hacia nuestro pueblo.
- La guerra debería ser responsabilidad nuestra,
[cdb]y el pueblo llano a nuestro cargo tendría
[cdb]que centrarse en conseguir su sustento.
- Muy bien, pero yo voy a seguir luchando igualmente.
Los más duros son quienes tienen que encabezar
[cdb]los ataques, ¿no?
- Lo que digo es... No me estás escuchando,
¿verdad?
- Crees que no tengo lo que hay
[cdb]que tener, ¿eh? Mmm...
- ¡Entendido! ¡Vamos a competir para ver
[cdb]quién es más fuerte!
- ¿Perdona? ¿Quieres... competir?
- ¡Pues claro! ¡Es el método perfecto para saber
[cdb]quién tiene más músculo en los brazos!
- Hay que mover unas cuantas cajas
[cdb]en la plaza de armas.
¿Comprobamos quién puede con más?
- Si gano, tendrás que prometerme
[cdb]que me dejarás pelear tranquilo.
- Eh, no. Rechazo tu propuesta. Así solo conseguirás
[cdb]demostrar que llevas razón.
- ¡Entonces piensas que soy fuerte!
- No me malinterpretes. Tú y yo vemos
[cdb]este asunto de manera completamente distinta.
Es como si fuéramos de especies diferentes.
- Pero alguien como él sería tremendamente útil
[cdb]en el fragor de un combate... Mmm. Ah, pero...
- Esto, ¿holaaa? Mira, da igual.
Voy a mover esas cajas.
¡Necesito entrenar los músculos!