- ¿Eh? Creo que Bern está hablando con alguien.
- Parece que estás de buen humor, Bern.
- ¡Ah! ¡D-Dorothea! Me has asustado.
- Je, je. Perdona.
Parecía que disfrutabas de esa conversación.
- Estabas hablando con un hombre, ¿no?
Se marchó antes de que pudiese ver quién era.
- S-sí, pero no es lo que piensas...
- ¿Ah, no? Pues parecía que os llevabais muy bien.
¿Quién era? ¿Ha llegado por fin la primavera
[cdb]al corazón de mi querida Bern?
- ¡No! ¡No es eso!
¿Te acuerdas del amigo plebeyo que tenía?
- ¿Te refieres al que desapareció de tu casa
[cdb]medio muerto?
- Sí. Bueno, ¡pues resulta que está vivo y forma parte
[cdb]de nuestro ejército!
- Eso es genial, Bern.
- Un amigo de la infancia dado por muerto
[cdb]se reúne con su preciada compañera
[cdb]entre las llamas de la guerra...
- Una hija de nobles y un plebeyo.
Un amor que ignora los estratos sociales.
Este es un argumento perfecto para una ópera...
- Sí, eso suena impresio... ¡Espera! ¡No! ¡No es amor!
- Ya, pero si hiciesen una ópera de la historia,
[cdb]así es como se representaría.
- Por ejemplo, hay una serie de óperas conocida
[cdb]como «El imperio del amor», y su última obra
[cdb]podría ser «La saga de Bernadetta».
- ¡Ni de broma! Si ocurre algo así,
[cdb]me encerraré en mi habitación y fundiré la llave.
- Entonces tendré que mantener el secreto.
Es una pena, mira que desperdiciar
[cdb]una historia de amor tan bonita...
- ¡No está desperdiciada! ¡Me la llevaré a la tumba!
- Por supuesto.
Bueno, me alegro de que tu amigo esté bien.
- A lo mejor tu padre no fue tan cruel con él
[cdb]como dicen las malas lenguas.
- De hecho, dice que mi padre me estaba protegiendo.
- Supongo que alguien estaba intentando matarme,
[cdb]así que no tuvo otro remedio que echar a mi amigo.
- Pero, si es cierto, ¿no significa eso
[cdb]que puedes arreglar las cosas con tu padre?
- No...
Mis problemas con él no se limitan a ese incidente.
- Parece que hubo un cierto malentendido
[cdb]con este tema en concreto...
- Pero, aunque me estuviese protegiendo,
[cdb]no lo hizo por amor. Fue algo más parecido
[cdb]a un herrero protegiendo una herramienta valiosa.
- Eso me recuerda mucho a mi padre.
- ¿De verdad?
- Sí. Abandonó a mi madre como una herramienta
[cdb]desgastada porque su hija, yo, no tenía un emblema.
- Por eso me afecta tanto tu situación.
- Quiero que superes las dificultades que has tenido
[cdb]con tu padre y encuentres el modo de ser feliz.
- Eh...
- Pero si ya soy feliz. De verdad.
Y es todo gracias a que tengo amigas como tú,
Dorothea.
- Entonces yo también puedo ser feliz.
Porque tengo amigas como tú, Bern.