- Mmm... Los dulces del Imperio son toda una delicia.
- ¿Te apetece una taza de café?
Crea un buen contraste de sabor con los dulces.
- ¿Eh? No, gracias.
- No comprendo cómo puedes estar todo el rato
[cdb]bebiendo eso. ¡Es demasiado amargo!
- Bueno, supongo que alguien con una lengua tan joven
[cdb]no puede apreciarlo. Pero su amargor,
[cdb]su sabor profundo, su delicada acidez...
- Ah, y no te estoy tratando como a una niña,
[cdb]solo estoy hablando de diferencias entre paladares.
- No soy una niña y tampoco tengo una lengua infantil.
¡Dame una taza de café!
- ¡Puaj!
- ¿Estás bien, Lysithea? Toma, límpiate la boca.
- Me temo que ese intento no fue muy acertado.
Si deseas disfrutar del café,
[cdb]antes debes adecuarlo a tus gustos.
- Tal vez deberíamos intentar añadir
[cdb]azúcar y leche de cabra.
Suavizaría el sabor y le aportaría dulzor.
- Sí, por favor.
- Hay algo que despierta mi curiosidad, Hubert.
- ¿De qué se trata?
- ¿Por qué estás siendo tan amable e indulgente
[cdb]solo conmigo? Resulta extraño en comparación
[cdb]con tu forma de tratar a los demás.
- ¿Y si estuviese haciéndolo porque su majestad
[cdb]me ordenó prestarte especial atención?
- ¿Eh? ¿De verdad?
- Bueno, quiero decir, aunque te lo hubiese ordenado,
[cdb]sigues siendo más amable conmigo de lo que deberías.
- (...)
- Si te lo digo, no podrás hablar del tema con nadie.
Si esto se hace público, acabaré contigo.
- ¿Acabarás... conmigo? Bueno, vale,
[cdb]prometo llevarme el secreto a la tumba. ¿Te vale?
- Eso será suficiente.
- (...)
- Tengo... una hermana menor de tu misma edad.
- Ambas tenéis personalidades similares,
[cdb]así que tal vez te consienta por este motivo.
- ¡¿Tienes una hermana?! ¿Por qué no lo sabe nadie?
- Oculto la existencia de mi familia lo mejor que puedo
[cdb]para evitar que se conviertan en un lastre.
- También tengo una madre y un hermano menor,
[cdb]pero tampoco sabes nada de ellos.
- Mmm... Supongo que sería raro que un noble
[cdb]como tú no tuviese familiares.
- Aun así, me sorprende que se lo ocultes
[cdb]hasta a tus amigos y camaradas.
- Eso es asunto mío. En cualquier caso,
[cdb]supongo que por eso te doy un trato preferencial
[cdb]sin darme cuenta.
- ¿Así que no me estás tratando como a una niña
[cdb]sino como a una hermana pequeña?
- Bueno, si ese es el caso, teniendo en cuenta los años
[cdb]que me llevas, supongo que puedo permitirlo.
- Eso no puede ser.
Mi hermana se indignaría profundamente
[cdb]si tratase a otra persona como a una hermana.
- Por ese motivo, tendré que esforzarme
[cdb]para tratarte solo como a una niña normal.
- Bueno, si le molestase a tu hermana...
- Espera, ¡¿a qué te refieres con eso de tratarme
[cdb]como a una niña?!
- Oh, vaya, se me ha escapado.
Parece que mi lengua es la que debe madurar.