- ¿Queda mucho, Mercedes?
Pronto tendremos que descansar.
- Ya casi estamos. ¿Ves? Está justo tras esa colina.
- No tenía ni idea de que hubiera una aldea aquí.
- En realidad, solía vivir en esta aldea antaño.
En la distancia se puede ver la iglesia en la que crecí.
- Es un lugar de gran belleza y tranquilidad.
Es casi como estar en casa.
- ¡Ah, Mercedes! ¡Qué de tiempo!
Has venido a visitar a tu madre, ¿no?
- Ha pasado tiempo, ¿verdad?
Y no, estoy aquí más bien para enseñarle esto
[cdb]a mi amigo.
- ¡Vaya, qué joven tan apuesto!
¿Sirves en los Caballeros de Seiros?
- ¿Qué? Ah, mm, no. Soy el...
Soy un miembro del ejército del Reino.
- ¿No me digas? ¡Entonces eso significará
[cdb]que trabajas codo con codo con nuestra Mercedes!
- Bueno, si tienes un rato, ve a visitar la iglesia.
¡Seguro que el sacerdote y los pequeños se alegran
[cdb]mucho de verte!
- Por supuesto. Además, quiero saludar
[cdb]a mi madre, ya que hemos venido hasta aquí.
- Siempre encuentro estresante
[cdb]conocer a amigos de amigos.
- Ah, es inofensiva. Trabaja en la iglesia.
Mi madre y yo le debemos mucho.
- Aquí hay mucha gente en las mismas circunstancias
[cdb]que nosotras... Demasiada, me temo.
- Aun así, el sacerdote acepta a cualquiera
[cdb]que venga a él en busca de ayuda.
- Esa tolerancia es poco común en los tiempos
[cdb]que corren. Me pregunto si se deberá
[cdb]a las enseñanzas de la Iglesia.
- Esta aldea no sería la misma si no hubieras aceptado
[cdb]a la Iglesia Central.
- Bueno, he oído rumores de lo más desagradables
[cdb]sobre la Iglesia Meridional, y yo no sé cómo gobernar
[cdb]todos estos pueblos.
- Sé que tus conocimientos son superiores a los míos
[cdb]en cuanto a cosas como política y guerras...
- Pero sigo creyendo que es importante que veas
[cdb]lo que estás protegiendo con tus propios ojos.
- Que es por lo que insististe en que te acompañara.
- Para ser sincero, no tengo ni idea de en qué medida
[cdb]cambiará Fódlan con esta guerra.
- Pero haré todo lo que esté en mi poder
[cdb]para proteger este lugar y otros como él.
- Gracias, Dimitri.
- Vamos a pasarnos por la iglesia.
¡Hay muy buenas vistas de camino!
- Hay campos llenos de flores, arroyos preciosos...
¡Cielos, hay tantas cosas que quiero enseñarte...!
- Ah, y tengo que saludar a mi madre y al sacerdote
[cdb]ya que estamos en la iglesia.
- Supongo que también podría presentarme,
[cdb]dado que tu vida está en mis manos
[cdb]como oficial al mando.
- ¡Vaya, qué nervioso estás!
Quizá deberías dejarme a mí las presentaciones.
- Solo les diré que eres alguien
[cdb]muuuy importante para mí.
- Espera, Mercedes.
¡Eso podría llevarles a conclusiones equivocadas!
- Lo siento. Solo era una broma, lo prometo.
No pretendía avergonzarte.
- Aun así, prefiero a un Dimitri avergonzado
[cdb]que al gruñón que siempre veo.
- Eres una maestra de cogerme desprevenido,
Mercedes.